miércoles, 7 de mayo de 2014

LIBRO: En Altavista se acaba Medellín(Completo)

En 2003, nuestro inquieto colaborador ORLANDO RAMIREZ CASAS(ORCASAS) publicó de su propio bolsillo este libro. Por considerarlo un documento valioso y muy agradable, lo reproducimos en el blog, para multiplicar su difusión y permitirle a nuestros lectores que se lo disfruten. Aquí las palabras de Míster Orcasas:


Mi querido Emilio Alberto Restrepo Baena:

Consciente de que no será este libro el que me haga ganar el Premio Nobel Honoris Causa, ni llene mis bolsillos de regalías, ni cosa por el estilo; y que es un documento que tiene valor más testimonial que literario, agradezco la propuesta de ponerlo a disposición del público que quiera consultarlo en la red mediante el blog Crónicas de Belén. Algunos datos pudieran ser revisados a la luz de mi experiencia actual pero, como lo mejor es enemigo de lo bueno, prefiero dejarlo tal como lo escribí en el año 2003. Un mérito tiene, y es que yo lo escribí, lo digité, lo diseñé, lo diagramé, y lo entregué listo para la impresión tipográfica. Se entiende, entonces, que esté hecho a lo picapiedra y tenga todos los defectos posibles a los ojos de los técnicos en artes visuales. Aún así, espero que su contenido sea de utilidad para los residentes y para los interesados en este pequeño rincón de la ciudad que antes era un rincón extramuros pero ahora está más cerca del ombligo que de las extremidades de la ciudad que palpita a nuestro alrededor.

Un cordial abrazo,

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)



Le dedicamos un espacio para leerlo completo  en:

http://cronicas-belen-y-otras.blogspot.com/p/en-altavista-se-acaba-medellin.html


Comentarios que van surgiendo:


Hola, jóvenes:



Hace poco obsequié un ejemplar de mi libro "En Altavista se acaba Medellín" al médico Emilio Alberto Restrepo Baena, interesado en el tema por ser el editor del blog "Crónicas de Belén". Me ha pedido autorización para subir el libro al blog, y se la he dado, suministrándole el archivo en Word. Como lo mejor es enemigo de lo bueno, he decidido hacer dos cosas: no actualizar la información contenida en el libro, y dejarla a la luz de mis conocimientos para la época en la que fue escrito. Y, dos, no reformar el formato de transcripción que suele sufrir cambios cuando uno pasa de una aplicación a otra en Internet. Tal como está cumple, con los propósitos de llegar a un mayor número de personas. Complementaré con el anecdotario tras bambalinas en la publicación de ese libro.




Lo escribí espontáneamente, y sin otra pretención que tenerlo como documento personal. Por no tener uno propio, lo hice en computadores prestados por horas, para no cansarlos, en casas de mis parientes y conocidos. Para todos lados iba con un diskette flexible de aquellos cuadrados que no recuerdo si se denominaban de 3/4 y eran usuales antes de la invención de los CDs y de las USB. Una vez listo, pedí a mi hermana que trabajaba como secretaria en una empresa de sistemas que me lo imprimiera, valido de la circunstancia de que a ella le daban precio especial por ser empleada de la empresa. A medida que iban saliendo las páginas impresas, ella leía y le gustó, por lo que me pidió autorización para regalar una fotocopia a su amigo el párroco. A él le gustó, y me propuso entrar al comité de celebración de festejos de aniversario de la parroquia y del barrio, y sacar el libro como parte de las celebraciones. "En la tipografía donde me sacan la hojita parroquial lo pueden imprimir, y yo lo anuncio en el púlpito durante los sermones para hacerle propaganda". Estuve de acuerdo. "Y ¿Como cuántos ejemplares podríamos mandar a hacer, padre?", le pregunté. Se quedó pensativo. "A ver, digamos... en la parroquia hay 850 familias registradas en el último censo parroquial. Mande a imprimir 1000". Así lo hice, con el resultado de que compraron uno en cada cuadra y se lo iban prestando de familia en familia. La parroquia me compró 100, y el resto empecé a ofrecerlo de casa en casa sin resultados positivos. Llegada la fecha de vencimiento de la factura en la tipografía, tenía recaudados $500.000 para una cuenta que ascendía a $2.500.000. Nunca en mi vida he quedado mal con una cuenta, y no iba a volverme moroso cuando ya estaba próximo a cumplir 60 años de edad. Me vi obligado a prestar plata en una cooperativa de ahorro y crédito para quedar a paz y salvo, y puse cinco ejemplares en el maletín que iba ofreciendo a todo el que me encontraba en el camino. Sin falta, todos me prometían adquirir uno... pero después, la otra semana, el mes entrante. Cuando noté que ya me veían venir y, como hacían con los Testigos de Jehová que promocionan las revistas de Despertad y deAtalaya se cambiaban de acera, resolví dejar de ser el vendedor cansón y me dediqué a regalar ejemplares a quienes los supieran apreciar. "Regalado, sí sale", como me dijo un amigo. Hice de cuenta que me había gastado dos millones de pesos en un viaje a Cuba o la Argentina, y me di al dolor. Pensé que había perdido el año con ese libro, pero descubrí que ese libro fue el que me dio el doctorado honoris causa como escritor, que me dio reconocimiento, que me aportó una valiosa experiencia que no me dejó cometer errores con el libro de Buenos Aires, y que a muchos estudiantes de escuela y de colegio les ha servido para conocer la historia de ese rinconcito de patria que es su barrio. Cuando un día me llamó un desconocido niño de 12 años para decirme que en el colegio le habían puesto una tarea, que había encontrado el libro en la sala Mi Barrio del Parque Biblioteca de Belén, y que quería saber si yo le podía responder algunas preguntas para poder hacer bien su tarea, sentí que todo en la vida no es plata, y que la emoción que ese niño me estaba proporcionando bien valía la pena.

Un biógrafo de Gabo


Orlando Ramírez Casas



Hola, jóvenes:


Al iniciarse el siglo XXI empecé a escribir "En Altavista se acaba Medellín", 
sobre la urbanización que el ICT construyó a orillas de la quebrada Altavista, 
muy cerca de la Avenida 80. Los altavisteños del corregimiento sintieron
 molestia de que al barrio de abajo lo bautizaran con su nombre, y los 
altavisteños de la urbanización sintieron molestia de que los del corregimiento 
se llamaran igual. La culpa la tuvo la quebrada. Escribí mi libro como buenamente 
pude, cuando aún desconocía técnicas de investigación y de escritura. Lo hice
 por pura intuición, ayudado por las lecturas de toda una vida, claro. Cuando ya 
lo había publicado, y los primeros ejemplares estaban en manos de los lectores, 
un vecino se me acercó: "En una de las casas que quedan a orillas de la quebrada, 
cerca al puente peatonal que va al barrio La Gloria, vivió un escritor que después 
se hizo famoso". Fue una sorpresa para mí, y me lamenté de dos cosas: de no 
haberlo mencionado en el libro, y de no haberlo conocido como persona y reconocido 
como escritor. Un cierto sentimiento de colegaje alimentó mi remordimiento. 
¿Cómo se llama ese escritor? "No recuerdo en este momento su nombre, porque 
él era un hombre callado que no se relacionaba con nadie y sólo lo veíamos 
atravesar el puente para dirigirse a tomar el bus, pero déjate lo averiguo". 
Lo averiguó. Se trataba de Dasso Saldívar, que quizás no vivió allí con su 
familia sino que tuvo una pieza en alquiler, como diría García Márquez,
 "Cuando era feliz e indocumentado".


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
Otro comentario, 22 Septiembre 2014:

Había publicado mi libro sobre Altavista, y un par de ejemplares se encontraban en la
 biblioteca Comfenalco del parque de Belén (después trasladada al Parque Biblioteca
del barrio San Carlos). El director de la biblioteca me había invitado a dar unas charlas
 sobre literatura y música que estuve dando por espacio de dos años, y un día se
acercó a mí una profesora de español de la Institución Educativa República de
Venezuela en el barrio Las Violetas de Belén. Se acercaba el día del idioma. ¿Podría
 yo ir a darles una charla a los alumnos de undécimo grado sobre la tarea de escribir,
 y compartir mis experiencias? Acepté, encantado (y secretamente orgulloso y engreído).
 Fue una experiencia estremecedora, que me hizo saltar un par de lágrimas. Los
muchachos se me acercaban y me tocaban como si fuera yo el Santo Padre, un
 místico, alguien que con solo tocar los convertiría a ellos también en escritores. Los
cinco libros que llevé para rifar no dieron un brinco. Me pidieron que llevara más para
la venta, y si sería posible que volviera por la tarde a repetir la experiencia con los
muchachos de la jornada de la tarde. Había alumnos de undécimo, de décimo, y
hasta de noveno grado entre la audiencia. Había profesores de español y literatura,
de religión, y hasta de física y química. Me sentía metido en cuerpo ajeno. No creía
yo ser merecedor de tanta atención. Había olvidado ya esta experiencia, pero lo que le
 sucedió al profe Reinaldo en la institución del barrio Enciso ha vuelto a revivirla en mi
 memoria.
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)

Otro comentario:

jueves, 14 de mayo de 2015

97. En Altavista se acaba Medellín

Mayo 14 de 2015

He recibido algunas llamadas telefónicas desde el barrio Belén Altavista, parte baja, de personas interesadas en mi libro titulado:

Un libro que alguna vez califiqué de vergonzante, por mi conciencia de que en su escritura cometí muchos errores y primiparadas, y que no cumple con mis expectativas ni, con seguridad, con las de muchos lectores. De todos modos, hasta el momento es el único que se ha escrito sobre este barrio de la comuna de Belén y no sólo es un punto de partida como documento informativo sino que es el acicate para que alguno o algunos otros emprendan la tarea de hacer un trabajo más completo y de mejor calidad. La tarea queda en el tablero. Mientras tanto, invito a los interesados a leerlo en el siguiente enlace del blog “Crónicas de Belén” que edita el médico Emilio Alberto Restrepo Baena, a quien agradezco su interés en esta publicación:


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)

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