lunes, 1 de octubre de 2018

La Nueva Villa del Aburrá es el tercer barrio más cool del mundo




¿Por qué la Nueva Villa es el tercer barrio más cool del mundo?

  • La vida nocturna y la confluencia de tribus urbanas en la plazoleta de la Nueva Villa de Aburrá, en Medellín, fue reseñada por la revista británica Time Out. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ








PUBLICADO HACE 11 HORAS

Infografía
50
barrios del mundo fueron reseñados por la revista.
1982
fue el año en el que terminó de construirse la Nueva Villa.

EN DEFINITIVA
La Administración del barrio tolera la actividad nocturna en la plazoleta de la Nueva Villa de Aburrá, pero pide a quienes disfrutan de este espacio, que es privado, respeto por los residentes.





Esta vez no fue el Parque Lleras, o El Poblado, ni el Pueblito Paisa o Explora.
Sitios que habitualmente salen reseñados en revistas de turismo internacional
 que hablan de Medelín. No. En esta ocasión, la revista británica Time Out
sorprendió catalogando a la Nueva Villa de Aburrá (ubicada en la comuna
del occidente llamada Belén) como el tercer barrio más “cool” del mundo.
La publicación afirmó que este sector de la ciudad es el único colombiano en
 una selección de 50, solo por debajo de Embajadores, en Madrid, y Euljiro,
en la capital de Corea del Sur, Seúl.
Entre algunas de las razones para elegirlo como uno de los más atractivos
del mundo, el medio, especializado en entretenimiento y guías de turismo,
 indica que allí hay “una plaza en forma de herradura que a diario pasa de
 ser un paseo majestuoso para convertirse en una multitud de jóvenes
amantes de la música”.
No obstante, la plazoleta (Cincuentenario) de la que habla la revista es
privada, hace parte de las unidades residenciales de la Nueva Villa y,
aunque ha tolerado la actividad comercial y el nicho juvenil que se
formó allí, tiene normas de convivencia y a las 11:00 p.m., por ejemplo,
desaloja el lugar para tranquilidad de los que buscan conciliar el sueño
en sus casas.
Una sorpresa
Time Out no ahonda mucho en la metodología, solo señala que la lista
 fue creada luego de preguntar a escritores y editores de la misma publicación
 y a más de 15.000 viajeros en todo el mundo.
Cuando los amigos de Iván Orrego le dijeron que su bar Valhala, ubicado
 en La Villa, salía en la revista, él pensó que se trataba de un chiste o que
seguramente era un local homónimo en cualquier otro rincón del mundo.
“Hablaban de nosotros, entonces fue una sorpresa agradable. Uno
acostumbrado a que solo se hable de otros sitios de la ciudad, sobre
todo de El Poblado, ve esto como una forma de descentralizar el turismo
que llega”, expresó.
En la Nueva Villa también hay personas que se reúnen para los juegos de rol (entrenamiento con espadas), para hacer picnics o para asistir a los eventos
artísticos en la plazoleta, costumbres que son mencionadas en la publicación
 y que hacen de este barrio un sitio diverso que agrupa a diferentes tribus
urbanas.
El docente de la Universidad de Medellín Juan Camilo Vásquez, doctor en
 antropología, considera que es quizás la curiosidad de ver esa transformación
 urbana de Medellín, del paso del miedo a la esperanza, lo que llevó a que
 los turistas escogieran a este sector dentro de los más “cool”.
Aunque, aclara, es una mirada más externa, porque para los locales los
 indicadores de seguridad y la realidad siguen marcando otra visión.
“Es curioso también porque la Nueva Villa no fue pensada en su construcción
 como un lugar “cool”, sino que fue a donde llegaron familias con préstamos
 del Banco Hipotecario (década de los 80), que servía para obreros y profesores”,
 comentó Vásquez.
¿Y los residentes?
Paula Andrea Vélez, con más de 37 años en el barrio, solo va a la plazoleta
 Cincuentenario de vez en cuando o en diciembre, cuando es infaltable el
concierto del Grupo Suramérica, de música latinoamericana. De resto, no
comparte los gustos juveniles, pero entiende que existen y los tolera porque
en las noches se esfuma el ruido y puede dormir en su casa “como si estuviera
 en el campo”.
La administración del barrio entiende la vocación que adquirió su plaza y
alrededores. Por eso solo hace un llamado al respeto y a entender que la
Nueva Villa es un lugar donde deben convivir el comercio, las oficinas y
 las viviendas.
El profesor Vásquez cree que con la publicación, “con la que quizás muchos
 residentes no estén tan de acuerdo”, así como sucede en otras ciudades
(como Barcelona), donde la revista es una guía para futuros turistas,
seguramente atraerá visitantes interesados en descubrir este rincón de
 Medellín.
Iván Orrego opina que además de la plaza, principal referente del lugar,
hace falta fijarse en esas otras características como los corredores llenos
 de árboles, los restaurantes y los eventos culturales generados por la
comunidad, que también hacen parte de lo “cool” del barrio.

CONTEXTO DE LA NOTICIA

La Fundación Centro Experimental Las Gaviotas lideró la instalación de paneles solares en
 los techos de los edificios de la Nueva Villa de Aburrá. En su página web reseñan que la
de este barrio de Medellín fue en su época (1979) la instalación “más grande del mundo”
de energía fotovoltaica.
“La construcción de la urbanización significó una gran innovación para los proyectos
residenciales de la ciudad, (...) fue la primera en usar la energía solar para el calentamiento
 del agua”, señala la ingeniera civil y residente María Elena Uribe Rivera.




El tercer barrio “más cool” del mundo está en Medellín

  • Según la publicación, La Villa tiene un historial de protestas políticas pacíficas, y esto ha impulsado el compromiso social en el sector. Foto: Time Out
    Según la publicación, La Villa tiene un historial de protestas políticas pacíficas, y esto ha impulsado el compromiso social en el sector. Foto: Time Out





RONAL CASTAÑEDA | PUBLICADO EL 26 DE SEPTIEMBRE DE 2018






La revista Time Out destacó los 50 barrios “más cool”, es decir, aquellos que están
causando una buena impresión en el mundo. Recomendó visitar en 2018 la Nueva
 Villa de Aburrá, barrio ubicado al occidente de Medellín.
La lista fue hecha por esta revista de ociouna publicación multinacional que opera
en 108 ciudades. Los resultados salieron la semana pasada y se basaron en una
encuesta de 15.000 participantes de todo el mundo, junto con una selección de los
 principales editores y otros colaboradores.
El primero y segundo de la lista fue el barrio Embajadores en Madrid, “el lugar de
 los colores”; y Euljiro, en Seúl, donde todavía “se puede oler a pintura fresca mientras
 se pasea por sus calles”.
Según Time Out, esta plaza –conocida también como “La Villa”– se asemeja a una
 “herradura” y reúne todos los días a roqueros, punkeros y metaleros, lo que
 lo hace un referente para jóvenes amantes de la música.
La revista anota que “con el paso de los años, este barrio se ha establecido como
 un lugar que celebra nuevas tradiciones: festivales anuales de salsa picante y de
música electrónica o el centro comercial Los Molinos, donde se exhiben
mensualmente espectáculos”.
Entre las recomendaciones para visitar La Villa los editores invitan a aprovechar
 “el verde montañoso lleno de árboles perfectos para picnics, estatuas y jóvenes
de entrenamiento con espadas, para disfrutar de las delicias veganas y vegetarianos
 de Vegarden a un precio local”.
También sugieren tomar algunas cervezas artesanales alemanas, guaro y ron en
el Bar Valhala, para disfrutar “música en vivo atronadora con grandes jarras de
cerveza local”.










Tomado de:

Más información en: 
Mas sobre LA NUEVA VILLA DEL ABURRÁ





Así nació “La Villa” que todos conocemos en Medellín







POR DIEGO ZAMBRANO BENAVIDES | PUBLICADO EL 10 DE MAYO DE 2018

Infografía

EN DEFINITIVA
Este barrio fue el primero de Medellín en implementar paneles solares para calentadores de agua. Allí, sus habitantes se acostumbraron a la vida nocturna que caracteriza la plazoleta.



Dicen los habitantes más añejos que los cimientos de la Nueva Villa de 
Aburrá son más profundos que los edificios que componen este barrio. 
Ubicado en Belén, occidente de Medellín, tiene más de 950 apartamentos
, entre viviendas, locales comerciales y oficinas; sus paredes y vigas son 
gruesas, como las construcciones típicas de Medellín de la década de los 70.
Lo más tradicional del sector es su plazoleta en forma de herradura, que 
comúnmente se conoce como “La Villa”, pero que en realidad se llama 
Cincuentenario. En este espacio que está declarado como privado pero de
 uso público, se reúnen en las noches, sobre todo los fines de semana,
 jóvenes en busca de un lugar de dispersión.
Desde el aire, los bloques de la urbanización, en ambos costados de la
 carrera 80, se ven incrustados entre los árboles que parecen algodones 
verdes; también sobresalen en los techos unos paneles solares instalados 
para calentar el agua con la que se bañan sus moradores.
Aunque Arturo Álvarez llegó a vivir al barrio apenas en 2006, es un
 conocedor de la historia de su fundación. Cuenta que antes de ser 
apartamentos, allí habían lotes y mangas donde incluso había un terreno 
del que explotaban arcilla para fabricar tejas.
La construcción de los edificios de cinco pisos del lado occidental de la
 avenida 80 concluyó antes de 1980, mientras que las obras en el lado
 oriental terminaron en 1982. Álvarez relata que para aquella época la 
vía que divide las dos etapas no existía como se la conoce hoy en día, o
 al menos no era tan ancha como ahora.
Los paneles solares
La Fundación Centro Experimental Las Gaviotas fue quien lideró la 
instalación de este tipo de energía para la Nueva Villa de Aburrá. Con más
 de 30 años de experiencia, reseñan en su página web que la de este barrio
 de Medellín fue en su época la instalación “más grande del mundo”.
Independientemente de la veracidad de la afirmación, lo cierto es que 
hasta el sol de hoy los paneles siguen funcionando y aliviando el consumo
 de electricidad de los vecinos.
“La construcción de la urbanización significó una gran innovación para los
 proyectos residenciales de la ciudad, (...) fue la primera en usar la energía
 solar para el calentamiento del agua”, señala la ingeniera civil y residente
 María Elena Uribe Rivera.
Con el paso de los años, Álvarez reconoce que hace falta quizás hacerle un 
mantenimiento a los contadores de los sistemas, pero saca pecho porque
 mientras que en Colombia apenas toma fuerza el tema de paneles foto
 voltaicos, su barrio fue pionero hace casi 40 años.
La herradura
El movimiento del rock en Medellín ha tenido cinco grandes epicentros, 
los parques Obrero de Boston, el del Periodista en el Centro, el de El Poblado,
 las Torres de Bomboná, y sin lugar a dudas la plazoleta Cincuentenario de 
la Nueva Villa del Aburrá.
Por este espacio en forma de herradura, pasaron bandas musicales como
 Ehkymosis y Perseo. En la década de los 90 se convirtió en un lugar donde
 confluyen diferentes culturas: punkeros, metaleros, skaters, raperos, entre 
otros.
Alejandro Cardona, quien vive en el lado oriental, recuerda que desde su
 infancia los rockeros se tomaron la plazoleta, mientras que otros intereses
 llenaban el resto de zonas públicas del barrio, donde es normal encontrar a 
personas disfrazadas, con espadas, participando de lo que se conoce como 
juegos de rol.
El Código de Policía, que prohibe el consumo de licor en espacio público
 tiene su paréntesis en la herradura, pues al ser un sitio privado, está por fuera 
del alcance de la norma.
“Es un lugar emblemático, donde se pude disfrutar con precios muy baratos.
 Puede que por eso tomó relevancia y vayan muchas personas para departir 
al aire libre”, comenta Juan Esteban Oliver, visitante ocasional de la plazoleta.
Límites
En 2009 hubo protestas por la prohibición de darse besos en la herradura, 
que supuestamente había impartido la administración de la urbanización. 
Entonces la juventud decidió ir allá mismo y armar una besatón con lo cual 
terminó el debate.
Pero los residentes no piden otra cosa que consideración en el barrio que
 habitan. La administradora Luz Adriana Moreno explica que nunca han 
visto en las expresiones de afecto algo inmoral y solo se trata de un llamado 
al respeto cuando esas demostraciones pasan a ser obscenas.
La música en los locales está permitida hasta las 11:00 p.m., cuando los
 vigilantes privados piden a quienes se encuentran en la plazoleta salir del
 lugar para no afectar la tranquilidad de aquellos que solo pretenden conciliar 
el sueño en sus hogares.
La Nueva Villa del Aburrá tiene varias caras: en las mañanas y tardes desfilan
 por sus calles deportistas con sus mascotas, niños en sus triciclos, y ancianos
 en sus paseos diarios; las noches huelen a juventud y cerveza. Tal es la magia
 del barrio, que parece que tiene cabida para todos.

CONTEXTO DE LA NOTICIA

Arturo Álvarez opina que la plazoleta se presta para los eventos (musicales o culturales), para el
 disfrute de la juventud y como un espacio para las familias. De alguna manera, los vecinos se acostumbraron a eso, pero piden respeto las normas de la administración porque también es una 
zona residencial. Por su parte, la administradora Luz Adriana Moreno comenta que quien compra
 su apartamento allí debe saber que la zona tiene una vida nocturna, con límites pero la tiene.

Tomado de: http://www.elcolombiano.com/antioquia/una-pequena-villa-en-el-occidente-de-medellin-CE8677774





Denuncian vandalismo a escultura de Villa de Aburrá

Trasladarían la obra. Comunidad dice que nadie responde por su cuidado.







la obra es un gran referente para la comunidad y es visitada
 permanentemente por los amantes de la escultura en el 
mundo.
Foto: 
Esneyder Gutiérrez



26 de noviembre 2016 , 10:05 a.m.
 La famosa escultura ‘Los Obreros’, del artista panameño Justo Arosemena, ubicada 
en la Nueva Villa de Aburrá, está siendo devorada por el abandono y la falta de cultura 
ciudadana.
A la obra, conformada por una estructura de concreto y siete figuras de lámina, le 
destruyeron la parte inferior de la pala.
La figura, un hombre de tipo negroide, con casco, pantalón remangado, correa y sin 
camisa, tenía una pala entre sus manos con la que simbolizaba el trabajo rudo de los
 que laboran en la construcción.
Jesús María Martínez, quien lleva 36 años en el mantenimiento de la unidad residencial,
 expresó que esta es la segunda vez que le dañan la pala al monumento.
La primera vez, hace como siete u ocho años, los residentes la recogieron y la soldaron
 de nuevo con la ayuda de un experto. En esta ocasión, la encontraron rota y decidieron
 mejor guardarla para que no se pierda.
“En esa pala hay manes que sientan a las peladas para tener sexo”, cuenta Martínez.
En el pasado, para evitar ese inhabitual uso, la administración de la Villa tomó medidas
 como aplicarle grasa, ponerle clavos y hasta se propuso envolverla en alambre de púa.
Sin embargo, no fue suficiente. Además, porque desvirtúa la esencia de lo que quiso expresar el artista con su creación.
La obra luce hoy con uno de los trabajadores sin su herramienta y, en general, en un estado deplorable por falta de mantenimiento, así como por los grafitis y rayones que la gente le hace.
Claudia Marcela Velásquez, que ajusta un año en la urbanización Nueva Villa de 
Aburrá como administradora, aseguró que la responsabilidad en cuanto al mantenimiento de la obra 
es un enigma.
Al inicio de su gestión envió un derecho de petición a la Secretaría de Cultura de 
Medellín solicitando restauración y protección de la escultura. Pero la Secretaría de Cultura respondió que no está dentro de sus competencias.
Velásquez recordó que llamó a la Alcaldía antes de realizar el primer derecho de 
petición y la respuesta fue que eso correspondía a la Secretaría de Cultura, luego esta
 sugirió que realizara la petición a la Secretaría de Obras públicas. Hasta el momento 
no ha habido respuesta y “solo ha generado que la restauración y protección de la obra
 esté en vilo”, agregó Velásquez.
La administración de la urbanización ha dejado en claro que el mantenimiento no es 
su responsabilidad. Pero, aun así, propuso, ante la negativa de las autoridades 
competentes, que la comunidad pagaría la restauración con la condición de trasladarla
 al centro cultural de la unidad residencial donde le darán los cuidados necesarios y 
conservar la escultura que es representativa no solo del barrio sino también de la ciudad.
Esneyder Gutiérrez
Para EL TIEMPO
Tomado de: https://www.eltiempo.com/colombia/medellin/denuncian-vandalismo-a-escultura-de-villa-de-aburra-34234



Ir por la Villa de Aburrá es sentirse en una ciudad chiquita


IR POR LA VILLA DE ABURRÁ ES SENTIRSE EN UNA CIUDAD CHIQUITA

Continuamos los recorridos por los barrios de Belén, conociendo lo bueno y lo malo desde las voces de sus vecinos.

La tranquilidad que se siente al caminar por la etapa 1 de la Nueva Villa de Aburrá es deliciosa. Así lo expresan sus vecinos y así lo evidenció también el periódico Gente en un recorrido a pie entre los laberintos de sus 68 bloques, sus 3 plazoletas internas y sus espesas zonas verdes.
Lea también: Recorrido por La Mota
En ese predio ubicado en el costado occidental de la avenida 80, donde antes había una finca con tejar, entregaron desde 1980 los 544 apartamentos de esta urbanización abierta que marcó un hito innovador en la ciudad.


El orgullo de vivir en un barrio bien planeado

Foto Esteban Vanegas

Foto Esteban Vanegas

La Villa, desde sus inicios, ha sido “un vividero muy bueno y apetecido”. De acuerdo con Gloria Elena Escobar, vecina fundadora del barrio, uno de los orgullos del sector es que durante 38 años los copropietarios han tenido acceso al agua caliente por medio de los paneles solares ubicados en los techos de cada bloque. “Fue la primera urbanización en Medellín que los tuvo y funcionaron perfecto”.
Muchos de esos primeros habitantes llegaron allí cuando apenas estaban formando su familia, y vieron en este barrio planeado, tan silencioso y ordenado, el sitio ideal para criar a sus hijos. La integración de los vecinos se fue forjando, en parte, gracias al centro cultural donde se organizaban fiestas para festejar las fechas especiales.
Según Gloria Elena, otra ventaja de la Villa es el acceso al comercio, no solo por las tiendas dentro de la urbanización, sino también por la cercanía a la plazoleta de la herradura, en la etapa 3 de la Villa, y también al centro comercial Los Molinos. 

Ahora hay más seguridad en la zona verde de la 80 

Foto Juan Antonio Sánchez

Foto Juan Antonio Sánchez

Hasta la zona verde donde se encuentra el monumento El trabajo, que rinde homenaje al obrero de la construcción, llegaban vecinos para aprovechar los vientos y elevar sus cometas. Cuentan los residentes del sector que por esta causa la electricidad fallaba constantemente y debido a ello un administrador decidió arborizar el lugar. Esa bandera verde la habían asumido también otros habitantes que fueron sembrando en lo que antes eran potreros, hasta convertir la Villa en ese pulmón natural que atrae la biodiversidad.
Cuenta Paula Andrea Álvarez que esta zona verde ha sido punto de discusión en la comisión accidental que lidera el concejal Ricardo Yepes, debido al consumo de marihuana y al deterioro que presentaba la escultura entregada por el maestro Justo Arosemena en 1984. A raíz de estas discusiones, este año la Alcaldía invirtió $ 183 millones en la restauración y adecuación del entorno y además reforzó la presencia policial. Sin embargo, el consumo de droga persiste.

El parque donde ya no juegan los niños

Foto Santiago Mesa Rico

Foto Santiago Mesa Rico

Son gratos los recuerdos que tiene Paula Andrea Vélez de esos días de infancia que pasó en el parque infantil de la Villa, ubicado entre las carreras 81A y 82A, con calles 32E y 32EE. En esa zona verde, dotada con juegos y una cancha de arenilla, ella solía jugar con sus vecinos, pero no ha sido igual para las siguientes generaciones. Este ya no es el sitio donde los papás, o ahora los abuelos, sacan a sus hijos y nietos. Prefieren jugar con ellos en las plazoletas, porque el parque, además de estar deteriorado (tiene piezas oxidadas, tornillos salidos, basuras y excremento de perros), ahora lo frecuentan personas que van a consumir marihuana.
Por otro lado, la cancha de arenilla, que antes administraba la Villa, hoy es manejada por el Índer. Allí entrenan escuelas de fútbol como el Club Deportivo Villareal y el Club Alexis García. Paula cuenta que, aunque antes solían organizarse también torneos, ahora se hacen con menos frecuencia debido al ruido que incomoda a los residentes de bloques cercanos.

Les dieron una manito a los andenes, pero todavía falta

Foto Santiago Mesa Rico

Foto Santiago Mesa Rico

El arreglo de andenes y la adecuación de la ciclorruta en el corredor de La Picacha sigue avanzando. El Área Metropolitana invertirá $ 10.000 millones en esta obra que conectará Belén con Parques del Río, y los habitantes de la Villa se sienten beneficiados. Según dice Gloria Elena Escobar, la comunidad estaba a la espera de una mejora del espacio público, porque en algunos sitios el crecimiento de los árboles ha levantado las aceras y es común ver accidentes. Esto ha tenido impacto también las redes de alcantarillado, que se han obstruido con las raíces. Cuenta Gloria Elena que ya han tenido que hacer reparaciones en 3 bloques y ahora el que presenta inundaciones de aguas negras es el 8.
Lo que espera la vecina Paula Álvarez es que la conectividad no les juegue en contra con la seguridad. Cabe recordar que, según el Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia, entre el 1.° de enero y el 18 de junio se registraron en el sector 26 hurtos a personas, 2 robos de carros, 3 de motos y 1 a residencia.



Tomado de: http://gente.com.co/recorrido-por-la-nueva-villa-de-aburra-medellin/


LA VILLA ES UNA DROGA

Por: Juliana Mejía Jiménez
En nuestra urbe existen espacios que se configuran como escenarios propios para las relaciones sociales, estos lugares además de ser zonas de encuentro, se aproximan a las vivencias  humanas de manera  directa;  la connotación de un espacio termina a veces jugando un papel importante en las particularidades de los individuos y de las colectividades, e  influenciando directamente la vida de muchos sujetos.
Un espacio de estos es la plazoleta de la Nueva Villa de Aburrá trae consigo más de una historia que se podría contar y que da pie para entender una parte de las juventudes pertenecientes al territorio de la ciudad de Medellín.
RECORRIENDO LA  HISTORIA…
El centro comercial de la Villa pertenece a la Urbanización Nueva Villa de Aburrá  que está ubicada en la comuna dieciséis, Belén, al sudoeste de la ciudad; el origen del nombre se remonta a la fundación del “Poblado de San Lorenzo de Aburrá”, la que ocurrió en el año 1616. Este sector fue erigido el 22 de marzo de 1671 con el nombre de Nueva Villa del Valle de Aburrá de Nuestra Señora de la Candelaria, al cual posteriormente, se le dio el nombre de Villa de Medellín en noviembre de 1675.
La señora María Patricia González habita en la etapa tres desde el año 83. Ella cuenta que antes de construirse la urbanización estos lotes eran  lagunas y  potreros; sus habitantes llaman a la primera etapa la vieja villa y al centro comercial le dan el nombre de   plazoleta o de herradura (por su forma).
Los locales se pensaron con el propósito de llenar las necesidades de los habitantes de los apartamentos y  los moradores más cercanos. La idea de plaza estilo europeo, que se considera como un sitio vitalizador de actividades comerciales y espacio eminentemente de uso público, hoy es una luneta que cumple funciones sociales importantes.
Los primeros  locales fueron almacenes de ropa y de comidas rápidas, hoy en día prevalecen algunos de estos, empero han incrementado la tabernas; el centro comercial se considera espacio público sin embargo posee vigilancia privada.
Ana María, una joven de veintidós años que frecuenta la villa desde hace trece, cuenta que éste era un sitio en donde la gente se encontraba para ir a rumbear a  lugares como el Pub. También se emborrachaban aquí y posteriormente se iban a rematar a otros sitios. Llegó un momento en el que la gente percibió que en esta plazoleta no los molestaba tanto la ley como en la Torres de Bomboná y otros sitios de la ciudad, es más, muchas de las personas que frecuentaban las Torres migraron a la Villa.
Catalina es una joven de veintitrés años quien cuenta que “cayó”  a la Villas porque en ese tiempo era menor de edad, además  que era un sitio barato y podía ponerse la ropa que quisiera y sin que nadie la criticara; dice además, que este lugar siempre ha sido concurrido  por todo tipo de personas; narra que todos los sujetos a excepción de los menores de edad pasan por los bares para “sollársela” , pero resultan afuera porque es más barato.
Patricia, habitante de la Villa describe las primeras tabernas, las cuales, además de no ser de música rock, solían ser visitadas por personas de la Villa misma; con el tiempo las circunstancias fueron cambiando, ya habían nuevos visitantes y las tabernas modificaron el estilo de música; la señora dice, que la llegada de estos forasteros se volvió una cadena: una persona ajena llegó, fue trayendo a otros y este nuevo grupo no compaginó con el primero, el cual desertó. Afirma además que “esa gente ha sido muy difícil de controlar, se les han impuesto normas (la hora de permanencia en la plazoleta es hasta las 12 p.m.) y no pueden poner sillas, ni carpas , sin embargo, el gentío en la plazoleta es impresionante”.
Ana, explica que la gente de la unidad residencial ha intentado molestar, colocando incluso vigilancia privada, “pero que eso no ha valido ya que la gente no se va, es más, hubo un tiempo en la época de los Skates  y los Rollers  en que por los enfrentamientos entre bandas la gente dejó de ir a la Villa pero debido a que las milicias populares se involucraron, el conflicto entre bandas se trasladó, y las cosas volvieron a estar igual que antes”.
Para Ana las escalas de la herradura fueron diseñadas para sentarse y tomar vino, ella piensa que a la gente “la llama”  en donde hay dónde sentarse; las personas que van a la Villa son expresión de un pensamiento que se refleja en una música cargada de emoción.
Existió un tiempo en que la Villa era solo un lugar para la cultura Rock; en la actualidad esta plazoleta durante la noche es un lugar de encuentro para muchos jóvenes que escuchan este tipo de música; no obstante, no son los únicos que se apropian de este territorio, aquí el  espacio se pluraliza, es ocupado por jóvenes de subculturas y de diversas tendencias  musicales, e incluso por personas de mayor o menor edad.
Por estas razones es importante observar cómo son las relaciones sociales en correspondencia con el lugar: una sola plazoleta llena de ideologías diferentes y de grupos que se comportan y se apropian de los espacios de manera disímil.
LA VILLA LUGAR DE TRANSICIÓN
La plazoleta de la urbanización fue creada como un área de comercio enfocada a satisfacer las necesidades de consumo de los habitantes del sector; su arquitectura se asocia como un No-lugar : una amplia explanada ausente de espacios en dónde reposar, estructura que refleja una finalidad de transición y poca permanencia.
Este centro comercial pareciera no cumplir con los propósitos iniciales para los que fue construido; María Patricia afirma que el comercio que allí se instaura no cumple de manera sinérgica las necesidades comerciales de los habitantes de la zona, y además, en las horas de la noche sufre una transformación significativa que da lugar a dos caras de un mismo sitio.
En las horas de la mañana parece ser una zona estática, la aparición de algunos transeúntes que se desplazan con agilidad refleja el diario panorama, cemento muerto y pocas relaciones de socialización primaria, no obstante al medio día suele tener más dinamismo, sin que un movimiento pasivo deje de acompaña el lugar.
¿LUGAR DE ENCUENTRO, O CONFUSIÓN?
Al caer la tarde la Villa se va llenando gradualmente hasta transformarse en un lugar de encuentro; amigos se reúnen, charlan, y hasta tocan guitarra; en algunos de estos encuentros y relaciones sociales predomina el consumo de licor, cigarrillo y de manera discreta, de sustancias psicoactivas.
En el transcurso de la noche se hace difuso identificar estilos, los metaleros  se ubican a un  lado de los alternos , los gronchos  bromean cerca de los skate, diversidad de personas transitan, todo se hace confuso, el ambiente se torna nuboso para quien observa, muchas veces se ha escuchado decir que la Villa es un espacio propicio para la cultura rock, empero, ante este panorama se podría decir que es un escenario plural, expresado en la diversidad de subculturas, tribalismo urbano y relativismo cultural.  nota al pie]
Observando este cuadro, se hace difícil entender la dinámica relacional de dicho territorio. Catalina cuenta que en la época de los noventa, la Villa era un lugar para la cultura Rock, este pensamiento al ser una preconcepción social logra que quien se incorpora buscando entender el espacio se encuentre permeado por juicios de valor,  por tanto se hace confusa la expectación; empero, en el ejercicio de observación se logra visualizar la pluralidad y además encontrar cierta armonía en la misma; pensar que la diferencia es un elemento que imposibilita la integración social, impide visualizar las relaciones de espacios de diversidad cultural. Entender la pluralidad termina permitiendo la clara visualización de los espacios.
LA INFLUENCIA DE UN LUGAR EN  UNA  VIDA
Este espacio, se ha convertido para muchos jóvenes en un lugar de convivencia y de socialización.  Para Catalina la Villa  fue donde creció, donde se crió, “lo que soy es gracias a la Villa, o por desgracia lo saqué de la Villa… considero que la Villa me ha ´cagado´  mucho, y no es porque yo alguna vez me haya considerado la niña inocente, no, porque yo siempre he sido… muy… no sé, algún día deseo definirme, pero yo llegué a la Villa y yo conocí los excesos, el exceso de diversión, el exceso de alegría, el exceso de tristeza, el exceso de risa, el exceso de lágrimas y a mí eso me parece muy triste, desde que yo llegué a la Villa, cambié las amistades que tenía: de la cuadra, del colegio, con las niñas buenas estudiantes, con las que no hacían nada malo; yo llegue acá, me involucré con una barrita, eran satánicos, y se iban cada ocho días para los cementerios; yo vivía tragada del jefecito de ellos, y conocí la vida como no la debí haber conocido, y me di cuenta muy chiquita, que la vida no era jugar con la Barbie y el Ken y que se casaban, tenían sus hijos, y vivían felices para siempre; yo me di cuenta que la vida era una decepción, y yo siento que desde que llegué acá, la vida es eso, una decepción y el problema es que la Villa es como una droga para mí. Yo digo, tengo que dejar la Villa, tengo que cambiar de ambiente, y yo cambio, pero una semana e incluso uno o dos meses; pero siempre vuelvo a la Villa, con la gente que conozco, con la gente que me vio crecer, a la gente que yo vi crecer, la gente que me ha causado tantas lágrimas y tantos dolores. Es eso, la Villa es una Droga”.
¿QUÉ ES ENTONCES LA VILLA?
¿Es la Villa ese lugar donde pueden encontrarse los amigos? Sí, un sitio muerto de día y vivo de noche, del que se han apropiado cientos de jóvenes, un lugar de encuentro, lugar de excesos, lugar de rumba, lugar de pluralidad.
En la  Villa se puede guitarrear, hacer picnic, tomar, fumar, consumir droga; los menores de edad tienen lugar, también las familias, los jóvenes de todo tipo, las persona mayores, es la Villa un sistema social de vida seminocturna, es un ecosistema que se recrea en sí mismo, pero es tan absorbente que incluso, como dice Catalina, es la Villa una Droga, la cual trae consigo placer, vacío, alegría tristeza, y de la cual, es difícil salir.

Sociedad Cronopio

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El salón de los rockeros

Si usted no ha ido a Valhala Rock Bar en Medellín, aquí los acercamos a la historia de este espacio emblemático para la tertulia y sonido del rock n roll. 
Mauricio López Rueda // @WillyWildeR10 // 16 de agosto de 2018
El Valhalla, en la mitología nórdica, es el “salón de los caídos” de Asgard, reino de Odín. La mitad de los muertos en combate van allí a la espera del Ragnarok, mientras que la otra mitad va al salón de Freyja, o el “salón de la gente”, más conocido como el Fólkvangr.
Al Valhalla llegan los muertos guiados por las valkirias, y allí descansan hasta la “Batalla del Fin del Mundo”.
En Medellín existe un Valhala. Está ubicado en la Villa de Aburrá, en Belén, y para ir hasta allá no es necesario morir sino al contrario, es obligatorio estar vivo, muy vivo.
Valhala es uno de los bares de rock emblemáticos de la ciudad. Fue fundado el 15 de mayo de 2000, fecha en que abrió sus puertas al público, a las nueve de la noche. Su creador es Juan Carlos Orrego, un oriundo de Ituango quien llegó a Medellín a finales de los ochenta, junto a su familia, con quienes se instaló en el barrio Santa Mónica.
Esos primeros años fueron de mucho metal, pues Juan Carlos y su hermano Iván eran aficionados a ese género, y no había tarde en que no se juntaran con sus amigos a escuchar vinilos a todo volumen. Fue así como se enamoraron del rock, y fue así como se les metió en la cabeza la idea de abrir un bar.
En esos turbulentos tiempos de cambio de gobierno y fracasados procesos de paz, los jóvenes colombianos buscaban en el rock un espacio para expresarse libremente. Muchas bandas surgieron de las calles de Medellín, y sobre todo de Belén.
Valhala era el único bar rockero de la Villa, y por ello atrajo a un sinnúmero de clientes que se volvieron habituales. Y en ese intercambio de experiencias, en esa retroalimentación de realidades, el bar también tuvo que hacer cambios. El metal siguió siendo el género de la casa, pero los Orrego empezaron a permitir nuevos sonidos. El punk, el grunge, el indie e incluso el blues, fueron abriéndose paso con sus respectivos aullidos de guitarras.
Cada noche era una fiesta inolvidable y, en esas mesas de madera, se fueron construyendo historias dignas de leyenda. Allí se han formalizado matrimonios; han iniciado amistades; se han creado bandas y se han compuesto canciones.
Valhala se transformó en una especie de cofradía, en una sociedad de rockeros indestructibles.
Es común encontrarse grandes personajes en la barra y en las mesas, tales como Juanda Villa de Juanita Dientes Verdes, Camilo Martínez o Juanda Márquez de Nadie. También lo han visitado los integrantes de Estados Alterados, La PestilenciaFrankie ha muertoMasacre y Neus, entre otros.
Un viejo conocido, por ejemplo, fue el ‘Titán’ Elkin Ramírez, quien llegó alguna noche como cliente y falleció siendo uno de los mejores amigos del bar. Por eso los Orrego le rindieron homenaje cuando murió y prestaron el bar para el lanzamiento de su libro.
Pero además de los grandes artistas del rock, a Valhala acuden otros personajes de la escena rockera como Santiago Arango, Mario Líbido, Andrés Valencia, Alirio Cuervo y Hugo Caro.
En todos estos años, más de 130 personas han trabajado en el bar que, gracias a su historia, es reconocido en Belén como un importante referente cultural.
A Valhala le quedan muchos años de gloria por delante y los rockeros que gozan la vida a plenitud, tendrán siempre las puertas abiertas para ir a beber los elixires que ofrecen Anamilé y La Roja, y que prometen noches de fiesta, de amores y de guitarras afiladas.
Porque como dice Judas Priest en su famosa Halls of Valhalla, “Bebemos y nos gloriamos del cáliz, sosteniendo el curso, a través de largas noches y días”.
Tomado de: http://www.hagalau.net/noticias/2588-el-salon-de-los-rockeros




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