miércoles, 7 de mayo de 2014

LIBRO: En Altavista se acaba Medellín(Completo)

En 2003, nuestro inquieto colaborador ORLANDO RAMIREZ CASAS(ORCASAS) publicó de su propio bolsillo este libro. Por considerarlo un documento valioso y muy agradable, lo reproducimos en el blog, para multiplicar su difusión y permitirle a nuestros lectores que se lo disfruten. Aquí las palabras de Míster Orcasas:


Mi querido Emilio Alberto Restrepo Baena:

Consciente de que no será este libro el que me haga ganar el Premio Nobel Honoris Causa, ni llene mis bolsillos de regalías, ni cosa por el estilo; y que es un documento que tiene valor más testimonial que literario, agradezco la propuesta de ponerlo a disposición del público que quiera consultarlo en la red mediante el blog Crónicas de Belén. Algunos datos pudieran ser revisados a la luz de mi experiencia actual pero, como lo mejor es enemigo de lo bueno, prefiero dejarlo tal como lo escribí en el año 2003. Un mérito tiene, y es que yo lo escribí, lo digité, lo diseñé, lo diagramé, y lo entregué listo para la impresión tipográfica. Se entiende, entonces, que esté hecho a lo picapiedra y tenga todos los defectos posibles a los ojos de los técnicos en artes visuales. Aún así, espero que su contenido sea de utilidad para los residentes y para los interesados en este pequeño rincón de la ciudad que antes era un rincón extramuros pero ahora está más cerca del ombligo que de las extremidades de la ciudad que palpita a nuestro alrededor.

Un cordial abrazo,

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)



Le dedicamos un espacio para leerlo completo  en:

http://cronicas-belen-y-otras.blogspot.com/p/en-altavista-se-acaba-medellin.html


Comentarios que van surgiendo:


Hola, jóvenes:



Hace poco obsequié un ejemplar de mi libro "En Altavista se acaba Medellín" al médico Emilio Alberto Restrepo Baena, interesado en el tema por ser el editor del blog "Crónicas de Belén". Me ha pedido autorización para subir el libro al blog, y se la he dado, suministrándole el archivo en Word. Como lo mejor es enemigo de lo bueno, he decidido hacer dos cosas: no actualizar la información contenida en el libro, y dejarla a la luz de mis conocimientos para la época en la que fue escrito. Y, dos, no reformar el formato de transcripción que suele sufrir cambios cuando uno pasa de una aplicación a otra en Internet. Tal como está cumple, con los propósitos de llegar a un mayor número de personas. Complementaré con el anecdotario tras bambalinas en la publicación de ese libro.




Lo escribí espontáneamente, y sin otra pretención que tenerlo como documento personal. Por no tener uno propio, lo hice en computadores prestados por horas, para no cansarlos, en casas de mis parientes y conocidos. Para todos lados iba con un diskette flexible de aquellos cuadrados que no recuerdo si se denominaban de 3/4 y eran usuales antes de la invención de los CDs y de las USB. Una vez listo, pedí a mi hermana que trabajaba como secretaria en una empresa de sistemas que me lo imprimiera, valido de la circunstancia de que a ella le daban precio especial por ser empleada de la empresa. A medida que iban saliendo las páginas impresas, ella leía y le gustó, por lo que me pidió autorización para regalar una fotocopia a su amigo el párroco. A él le gustó, y me propuso entrar al comité de celebración de festejos de aniversario de la parroquia y del barrio, y sacar el libro como parte de las celebraciones. "En la tipografía donde me sacan la hojita parroquial lo pueden imprimir, y yo lo anuncio en el púlpito durante los sermones para hacerle propaganda". Estuve de acuerdo. "Y ¿Como cuántos ejemplares podríamos mandar a hacer, padre?", le pregunté. Se quedó pensativo. "A ver, digamos... en la parroquia hay 850 familias registradas en el último censo parroquial. Mande a imprimir 1000". Así lo hice, con el resultado de que compraron uno en cada cuadra y se lo iban prestando de familia en familia. La parroquia me compró 100, y el resto empecé a ofrecerlo de casa en casa sin resultados positivos. Llegada la fecha de vencimiento de la factura en la tipografía, tenía recaudados $500.000 para una cuenta que ascendía a $2.500.000. Nunca en mi vida he quedado mal con una cuenta, y no iba a volverme moroso cuando ya estaba próximo a cumplir 60 años de edad. Me vi obligado a prestar plata en una cooperativa de ahorro y crédito para quedar a paz y salvo, y puse cinco ejemplares en el maletín que iba ofreciendo a todo el que me encontraba en el camino. Sin falta, todos me prometían adquirir uno... pero después, la otra semana, el mes entrante. Cuando noté que ya me veían venir y, como hacían con los Testigos de Jehová que promocionan las revistas de Despertad y deAtalaya se cambiaban de acera, resolví dejar de ser el vendedor cansón y me dediqué a regalar ejemplares a quienes los supieran apreciar. "Regalado, sí sale", como me dijo un amigo. Hice de cuenta que me había gastado dos millones de pesos en un viaje a Cuba o la Argentina, y me di al dolor. Pensé que había perdido el año con ese libro, pero descubrí que ese libro fue el que me dio el doctorado honoris causa como escritor, que me dio reconocimiento, que me aportó una valiosa experiencia que no me dejó cometer errores con el libro de Buenos Aires, y que a muchos estudiantes de escuela y de colegio les ha servido para conocer la historia de ese rinconcito de patria que es su barrio. Cuando un día me llamó un desconocido niño de 12 años para decirme que en el colegio le habían puesto una tarea, que había encontrado el libro en la sala Mi Barrio del Parque Biblioteca de Belén, y que quería saber si yo le podía responder algunas preguntas para poder hacer bien su tarea, sentí que todo en la vida no es plata, y que la emoción que ese niño me estaba proporcionando bien valía la pena.

Un biógrafo de Gabo


Orlando Ramírez Casas



Hola, jóvenes:


Al iniciarse el siglo XXI empecé a escribir "En Altavista se acaba Medellín", 
sobre la urbanización que el ICT construyó a orillas de la quebrada Altavista, 
muy cerca de la Avenida 80. Los altavisteños del corregimiento sintieron
 molestia de que al barrio de abajo lo bautizaran con su nombre, y los 
altavisteños de la urbanización sintieron molestia de que los del corregimiento 
se llamaran igual. La culpa la tuvo la quebrada. Escribí mi libro como buenamente 
pude, cuando aún desconocía técnicas de investigación y de escritura. Lo hice
 por pura intuición, ayudado por las lecturas de toda una vida, claro. Cuando ya 
lo había publicado, y los primeros ejemplares estaban en manos de los lectores, 
un vecino se me acercó: "En una de las casas que quedan a orillas de la quebrada, 
cerca al puente peatonal que va al barrio La Gloria, vivió un escritor que después 
se hizo famoso". Fue una sorpresa para mí, y me lamenté de dos cosas: de no 
haberlo mencionado en el libro, y de no haberlo conocido como persona y reconocido 
como escritor. Un cierto sentimiento de colegaje alimentó mi remordimiento. 
¿Cómo se llama ese escritor? "No recuerdo en este momento su nombre, porque 
él era un hombre callado que no se relacionaba con nadie y sólo lo veíamos 
atravesar el puente para dirigirse a tomar el bus, pero déjate lo averiguo". 
Lo averiguó. Se trataba de Dasso Saldívar, que quizás no vivió allí con su 
familia sino que tuvo una pieza en alquiler, como diría García Márquez,
 "Cuando era feliz e indocumentado".


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)
Otro comentario, 22 Septiembre 2014:

Había publicado mi libro sobre Altavista, y un par de ejemplares se encontraban en la
 biblioteca Comfenalco del parque de Belén (después trasladada al Parque Biblioteca
del barrio San Carlos). El director de la biblioteca me había invitado a dar unas charlas
 sobre literatura y música que estuve dando por espacio de dos años, y un día se
acercó a mí una profesora de español de la Institución Educativa República de
Venezuela en el barrio Las Violetas de Belén. Se acercaba el día del idioma. ¿Podría
 yo ir a darles una charla a los alumnos de undécimo grado sobre la tarea de escribir,
 y compartir mis experiencias? Acepté, encantado (y secretamente orgulloso y engreído).
 Fue una experiencia estremecedora, que me hizo saltar un par de lágrimas. Los
muchachos se me acercaban y me tocaban como si fuera yo el Santo Padre, un
 místico, alguien que con solo tocar los convertiría a ellos también en escritores. Los
cinco libros que llevé para rifar no dieron un brinco. Me pidieron que llevara más para
la venta, y si sería posible que volviera por la tarde a repetir la experiencia con los
muchachos de la jornada de la tarde. Había alumnos de undécimo, de décimo, y
hasta de noveno grado entre la audiencia. Había profesores de español y literatura,
de religión, y hasta de física y química. Me sentía metido en cuerpo ajeno. No creía
yo ser merecedor de tanta atención. Había olvidado ya esta experiencia, pero lo que le
 sucedió al profe Reinaldo en la institución del barrio Enciso ha vuelto a revivirla en mi
 memoria.
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)

Otro comentario:

jueves, 14 de mayo de 2015

97. En Altavista se acaba Medellín

Mayo 14 de 2015

He recibido algunas llamadas telefónicas desde el barrio Belén Altavista, parte baja, de personas interesadas en mi libro titulado:

Un libro que alguna vez califiqué de vergonzante, por mi conciencia de que en su escritura cometí muchos errores y primiparadas, y que no cumple con mis expectativas ni, con seguridad, con las de muchos lectores. De todos modos, hasta el momento es el único que se ha escrito sobre este barrio de la comuna de Belén y no sólo es un punto de partida como documento informativo sino que es el acicate para que alguno o algunos otros emprendan la tarea de hacer un trabajo más completo y de mejor calidad. La tarea queda en el tablero. Mientras tanto, invito a los interesados a leerlo en el siguiente enlace del blog “Crónicas de Belén” que edita el médico Emilio Alberto Restrepo Baena, a quien agradezco su interés en esta publicación:


ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)

martes, 6 de mayo de 2014

CAMINANTES EN BELEN (Tomado de: http://caminantestodoterreno.blogspot.com/)

Crónicas de caminantes tomadas de:

http://caminantestodoterreno.blogspot.com/

Autores de Textos y fotos:

Integrantes

  • Luis Fernando Zuluaga Z.
  • Juan Fernando Echeverri C.
  • José María Ruiz Palacio
  • Jorge Iván Londoño M.
  • Carlos Olaya B.

Crónica Caminata Cerro de las Tres Cruces

Crónica de un Sábado lleno de incertidumbres.
Referencia: 

Un sábado sin caminata es un día perdido. Parecía que todo se confabulaba para que no pudiéramos salir como de costumbre a recorrer caminos por los inconvenientes y compromisos que a cada uno le fueron apareciendo en el transcurso de la semana. Jorge Iván con la expectativa de la llegada al país de sus padres, ya desde hacía varias semanas nos había comentado de su no asistencia; a Juanfer, sus compromisos laborales lo sacarían del paisaje durante varios días; Zuluaga ante la necesidad de organizar sus impuestos, había manifestado su apremio de tiempo; a Olaya el vendaval del viernes lo puso sobre aviso y preciso, lo llamaron por la noche informándolo de daños en las instalaciones a su cargo en un centro comercial… a José M. su rodilla derecha anda haciéndole malas jugadas desde la última ida a El Retiro por la trocha del alto de Minas y estuvo a punto de arrepentirse…

Como fuera, haríamos una caminata corta; los que pudiéramos. El viernes en la noche confirmamos Zuluaga, Olaya y José M. ; subiríamos al cerro de Las Tres Cruces en Belén para estar más o menos al mediodía en nuestras casas, cada cual en sus asuntos. Acordamos encontrarnos en frente al supermercado Consumo de la carrera 80 a las 7.30 am.

A las 7 am. Me desmonté del bus de Sabaneta y abordé uno de Circular Sur en el intercambio vial de la Aguacatala y en 15 minutos estaba en el punto de encuentro. Al llegar, el Lobato con una sonrisa de oreja a oreja me saludó desde el otro lado de la calzada. Al fin decidió que como la ruta era corta, podría acompañarnos y al mismo tiempo paliar un poco la ansiedad por la llegada de sus padres.

Pronto apareció Olaya que vive cerca de ahí y rayando las 7.30, Zuluaga cruzó la avenida 80 para reunirse con nosotros. Sólo faltaba Juanfer, pero no creíamos que por alguna razón nuestro amigo se bajaría del avión ahí cerquita, aunque con seguridad ganas no le faltarían, para irse a caminar con nosotros.

Siendo los que éramos, Lobato sugirió un café con parvita fresca en una cafetería que vio cuando llegaba al punto de encuentro y en 4 pasos estábamos sentados a manteles en la cafetería “Los Abuelos” quemándonos la lengua con milo caliente, café y tinto, junto a buñuelitos, como postas de escopeta, pandeyucas en forma de bumerangs, y pandequesos muy responsables en sabor y tamaño. Olaya se está negando a alimentarse… sólo un tinto y a punta de carreta, Lobato le hizo comer un buñuelito. Del horno seguían saliendo delicias y la dueña enviando con su ayudante lenguesopa. No más; pagamos y nos fuimos rumbo al cerro.

Estábamos en pleno barrio Belén La Palma. Bonito barrio de unos 30 años de construcción, todavía no invadido de edificios de apartamentos. Calle arriba por la 27ª hasta la carrera 82ª y por ésta hasta la canalización de la quebrada “la Loca” franqueada por sendas avenidas por cuyo costado derecho subimos hasta carrera 84f admirando la gran cantidad de urbanizaciones más bien nuevas y lo arborizada y bien cuidada de la zona aledaña a la canalización, que de tramo en tramo es atravesada por distintos tipos de puentes peatonales y vehiculares. Doblamos a la izquierda sobre la 84f y algunos pasos adelante está la capilla de Jesús, María y José a la que entramos. Hermosa y sobria construcción en ladrillo rojo con vitrales sin temática, simples vidrios de colores pero que dan una iluminación especial al interior del templete.

Más adelante, el colegio Padre Manyanet, un semiparque y desde aquí el paisaje cambia totalmente. Llegamos a la línea divisoria, cada día más pegada a la montaña, entre el campo y la ciudad.

Iniciamos el ascenso al cerro de Las Tres Cruces a las 8.10 am. El camino está inicialmente en escalones de concreto y más adelante ya es únicamente tierra dura y arcillosa que por momentos se subdivide en varias rutas que siempre convergen sobre la más antigua por la que ascienden y descienden gran cantidad de caminantes de todas las edades, sexos y condiciones sociales. Recién iniciando, encontramos a un personaje que según nos cuenta Olaya como conocedor del entorno, es el que a motu proprio y desde siempre se ha dedicado a la conservación del camino, haciéndole salidas para las escorrentías, escalones en la misma tierra y arreglos de toda índole, recibiendo por ello de los caminantes lo que a bien tenga cada quién regalarle a modo de agradecimiento.

El ascenso es duro; pero ver a tanta gente hacia arriba y hacia abajo anima al más perezoso y hacia el lado que se mire el paisaje es hermoso. Las nuevas construcciones se llevan el premio por la gran cantidad y belleza, que aunque cada día estén más pegadas a la zona rural y contaminen de algún modo el paisaje, no hay que dejar de reconocer que son necesarias para albergar a los habitantes de una ciudad que todos los días crece y progresa más.

Hasta los perros se divierten caminando con sus dueños y pierden su natural agresividad al corretear libres por el entorno; grandes, chicos, gordos, flacos, pelados, peludos etc. etc. De varias razas o sin raza, pero todos con sus amos y amigos. Muchachas bonitas y otras no tanto ni lo uno ni lo otro; muchachos, niños 
viejos y ciclistas; si, dos ciclistas nos encontramos casi llegando arriba que de pronto arrancan falda abajo como una exhalación y uno no sabe si admirarlos o condenarlos por semejante locura. Una dama de edad indefinible como todas ellas, bajaba descalza con sus zapatos al hombro. A su paso le dije que si estaba conectada con la madre tierra y de inmediato nos entró con su cuento de la conexión con el entorno, las descargas de energías negativas y todo lo demás que nuestro Lobato le escuchó gustoso al mismo tiempo que la piropeaba sin descanso. Por fin arribamos a la meta inicial.

El Cerro de Las Tres Cruces domina desde el sur occidente la ciudad y aunque la bruma matinal aun no se despejaba, algo nos dejó ver, especialmente un rayo de sol colándose por entre las nubes, que la contaminación hacía más vistoso, como paradoja de la realidad. Olaya rodilla en tierra, cabeza baja y a la vista de las tres cruces da gracias por sus razones. Luego se pone de pie y nos dice: Para poder dar gracias aquí tiene que ser así; de otro modo, viendo tanto paisaje es imposible. El desfile de mujeres hermosas no cesaba…

Arriba en la cima hay tres cruces de mediano tamaño y hechas en tubería que dominan en entorno, la del centro con una imagen de Cristo pintada en una lata galvanizada y pegada a ésta. Atrás de las cruces, una casucha guarece de la intemperie a don Mario y sus ayudantes, que montaron mecatiadero para caminantes justo al lado de la alambrada que separa su propiedad, pero al lado del terreno en que están las cruces; pasando por sus terrenos llevan hasta el lugar todo lo que necesitan para venderles a los caminantes. Cada quién tomó lo suyo y de inmediato seguimos la ruta demarcada por el camino trillado por los caminantes sobre el lomo de la montaña. Desde este lugar salen senderos que van hasta San Antonio de Prado, Itagüí y con toda seguridad hacia otros puntos del sur occidente de la ciudad. Saliendo del chuzo mecatero y cerca a las alambradas y algunas rocas, un grupo de muchachos junto a una mujer adulta fumaban marihuana con deleite y hasta intentaron en un momento dado de atacar a un joven que llegaba al lugar en motocicleta. Algo, tal vez nuestra presencia, los hizo desistir de su intento y siguieron en su fumata.

Caminamos un buen rato la trocha y hasta nos encontramos a un sujeto en posición yoga meditando que ni se dio por enterado de nuestro paso a escasos 15 metros de donde se encontraba sumido en su cuento. Varias veces cambiamos de lado del alambrado hasta que salimos a un camino vecinal asfaltado y empezamos a bajar la cuesta. Fincas de recreo y algunas con cultivos grandes de pancoger bordean el camino. Algunas en venta, otras en construcción, otras abandonadas y varias explanaciones bordeadas por vías de acceso plantean la urbanización del campo, que no la ruralización de la ciudad.

Bajando, bajando nos fuimos acercando a los barrios más alejados de la ciudad por este lado. Vimos de anotar, varios derrumbes ya en tratamiento, una buena vía asfaltada, escuelas nuevas y gentes amables que respondían nuestros saludos.

Tomamos un desvío que nos llevaría a una iglesita metida entre los recovecos de un barrio más bien pobre, capilla construida por don Domingo Gutierrez en el año de 1856 en conmemoración del milagro de la aparición de la Virgen pintada en una roca, 
con la que le pagaron una deuda. Se llama la iglesia de Nuestra Señora de la Piedra, según nos contó un amable señor que hasta nos dejó entrar a conocerla y nos dijo que la tenían cerrada porque la iban a tumbar por orden del cura para hacer una más grande. Todavía no lo puedo creer que lo vayan a hacer. Pero el señor nos mostró las columnas que ya empiezan a levantarse en la parte de atrás.

Pero la más increíble de las historias que guarda Belén Rincón en sus entrañas y que se ha convertido en sitio de romería no sólo de los residentes del lugar, sino también de toda la ciudad, es la de la Virgen que se encuentra en el morro llamado Capillas del Rosario (antes la Virgen de la Piedra).

Según los cuentos inverosímiles que ronronean entre bares y cafés, una lavandera que llegó al barrio hace mucho tiempo, trajo una piedra de Puerto Nare. Con ésta ella golpeaba la ropa para lavar, hasta que un día vio una grabación de la Virgen en la piedra.

Desde entonces la guardó en un altar y comenzó a orarle. Lo que se cuentan en las calles de Belén Rincón, es que la piedra fue creciendo y ahora tiene un gran tamaño con el dibujo de la Virgen bien delineado.

Para los residentes de Belén Rincón esta es su mejor historia y protección y cada noche, las madres con sus susurros en medio de los rezos y en su cama tibia, le suplican a la Virgen de la piedra para que desde esa montaña salvaguarde a los hijos que se quedan en la calle hasta el amanecer. El mundo.Enero 21-2009.

Seguimos nuestro camino y pronto estábamos por los lados del club “El Rodeo” y bordeándolo fuimos avanzando primero al lado de nuevas urbanizaciones y luego por el barrio “la Colinita” Encontramos un antiguo camino de servidumbre que se mete a terrenos del club y por ahí nos metimos nosotros. Cuando estábamos adentro esperando que llegara un avión para recordar viejos tiempos de la infancia, un vigilante nos dijo que no podíamos permanecer ahí, entonces seguimos por el camino para luego 
penetrar al parque cementerio ”Campos de Paz”, de paso visitamos la tumba del hincha fiel del DIM, regresamos al camino de servidumbre y al momento estábamos sobre la carrera 80 después de recorrer 10.5 kms dentro de la ciudad, pero por su ruralidad.

En uno de los varios establecimientos del frente del cementerio degustamos tres salpicones y una refrescante cerveza y de ahí cada quien para su cada cual rumbo a sus casas antes del mediodía del sábado 14 de Marzo de 2009.

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Otro testimonio de  caminada al Cerro

Autor: Mauricio Román en 

http://mauroadventures.blogspot.com/2012/02/cerro-de-las-tres-cruces-medellin.html

Cerro de las tres cruces - Medellín

Una vez navegando en la Web, vi las fotos del cerro de las tres cruces, un cerro que se puede ver casi desde cualquier parte de Medellín.  Investigando un poco sobre este sitio, evidencié que es un sector muy visitado por los ciudadanos, en especial los vecinos del barrio Belén, por donde queda la entrada principal del dicha montaña.  Posterior a esta pequeña investigación, recordé que en una ocasión cuando estaba en el colegio nos llevaron a este cerro, del cual solo pude subir hasta la mitad; por lo tanto, decidí realizar el ascenso como un tema de autosuperarme de aquella ocasión en donde la meta de llegar al tope de la montaña no fue posible.

Realicé una convocatoria a los compañeros del trabajo y finalmente, los que decidieron aceptar el reto tuvimos el encuentro el día Domingo 12 de Febrero a las 08:20 a.m. Yo recordaba que esta montaña era altísima y que el tiempo de caminata por lo tanto debía ser demasiado, con base a estos vagos recuerdos, les comenté a mis compañeros que fueran con múltiples botellas de agua para hidratación y almuerzo para poder llegar a almorzar con una muy bonita vista a Medellín.  Iniciamos el ascenso desde el colegio la inmaculada de Belén por la loma de los Bernal y preguntando a los vecinos del sector llegamos hasta el colegio de Padre Mayanet, en donde desde allí a escasa una cuadra iniciaba el ascenso de las tres cruces.

Iniciando el Ascenso

 Panoramica del Inicio

Sorpresa la que me llevé cuando a las 08:40 veo una cantidad de gente que no imaginaría fueran a este “morro”, aparentaba ser “parche” de más de uno de cada fin de semana, esta escena me dejó asombrado; pues, no pensaba que la gente que habita la ciudad en donde vivo fueran tan deportistas.  Iniciamos el ascenso y la cantidad de personas ya bajando eran también abundante, con lo que podíamos concluir que muchos a parte de tomar este reto como hobby de cada ocho días madrugaban a hacerlo.  En cuestión de media hora llegamos a la mitad de la montaña sin mucho esfuerzo físico y subiendo sin afán y apreciando el paisaje.

Desde la mitad del ascenso 
Punto psicológico, la mitad por subir

Media hora después estuvimos en la cima de la montaña en donde se evidenciaron tres cruces algo delgadas y en apariencia construidas para legalizar el nombre de la montaña, igualmente vimos una casetica en donde venden salpicón, frutas, guarapo, y en fin “chucherías” para disfrutar después de culminar el ascenso de una hora a un paso tranquilo y sin afán.

Culminando el ascenso


Decidimos quedarnos un rato allí, mirando el paisaje que por cierto desde allí, es un ángulo de la ciudad que se ve muy pocas veces.  La cantidad de gente que llega a terminar sus ejercicios es mucha, hacen barras, abdominales y ejercicios que complementarían la rutina de subir semejante cerro.




Paisajismo


Tres Cruces

Finalmente, a las once de la mañana iniciamos el descenso, el cual hay que hacer con cautela para evitar el daño a una rodilla o doblarse el tobillo; ya que, la pendiente es mas bien considerable.  Para antes del medio día ya estábamos en la ochenta listos a tomar los transportes que nos dirigirían a nuestros hogares, el tamal que llevé para almorzar lo llevé de nuevo para mi casa; ya que, la caminata no fue tan ardua y en mucho menos de medio día subimos, paisajiamos, descansamos y volvimos a bajar.
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San Antonio de Prado - Belén Aguas Frías


Fecha: sábado 10 de noviembre de 2007

Asistentes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge Iván Londoño Maya.

Duración: 5 horas

Nombre: Un árbol para celebrar la vida

- Buenos días señorita, por favor me vende un tiquete integrado para San Antonio de Prado
- Con Mucho gusto.
- ¿Cuánto vale?
- $1.550
- Mil Gracias

Este corto diálogo entre el suscrito y la taquillera de la estación Estadio del metro, a lo mejor no tenga mucho valor para los desprevenidos y amables lectores de esta crónica, pero si para quien lo compró ocasionalmente como yo, así como para los miles que lo compran diariamente para dirigirse a su trabajo o de regreso de éste para su casa. En mi caso era el inicio de una nueva y hermosa caminata, que venía envuelta en un espléndido día pintado al óleo por el pincel de un sol radiante que despuntaba por las montañas del oriente. Parecía mentira que en medio de este inclemente invierno se nos apareciera un soleado y veraniego día, con un cielo despejado, sin una nube al menos para dedicarle algo tan sencillo como una matada de ojos.

Pero no le echemos más piropos al día y volvamos al tiquete integrado, porque muchos no sabrán de qué se trata. Este tiquete permite montar en el metro desde la estación Estadio, en este caso, hasta la estación Itagüí, y allí tomar una buseta hasta San Antonio de Prado, ambos recorridos cuestan $1.550, precio módico que beneficia, como ya anoté, a miles de trabajadores y estudiantes.

En el segundo vagón del metro, tal como lo tenemos convenido para cuando Carlos Olaya no nos puede acompañar, como en esta oportunidad, debido a obligaciones laborales plenamente certificadas por notario publico, me encontré con Juanfer para seguir hasta la estación Itagüí en donde nos esperaba el siempre puntual doble Zuluaga de Luisfer. Luego del abrazo, del canto a la belleza de estas mujeres de mi Dios y la izada de zurriagos, procedimos a mirar el adelanto de las obras de ampliación de la estación y de la futura línea hasta Sabaneta, prospero y agradable municipio donde el alcalde hace lo que diga María Auxiliadora.

Del metro pasamos a una de las busetas que cubren las rutas integradas, en la cual le entregamos al chofer el segundo tiquetico. Con pocos comensales y al son de salsa y vallenatos arrancamos para el corregimiento de san Antonio de Prado, que cuenta con más habitantes que la gran mayoría de los 125 municipios de Antioquia. El trayecto se hace por las estrechas calles de algunos de los populosos barrios de Itagüí y por sitios tan conocidos como el parque Ditaires y las instalaciones de Cervecería Unión, por donde a Luisfer se le volvió agua la boca.

Entrados en predios de San Antonio de Prado se estrecha la carretera y comienzan las curvas a diestra y siniestra, curvas cerradas donde solo cabe el piropo para las muchachas que a esa hora salen a barrer las aceras vestidas con sus chorcitos. Ese corregimiento es un puñado de casas, edificios de dos y tres pisos, calles empinadas, curvas, solares y lotes viejos; pareciera como si alguien hubiera cogido todo el pueblo entre sus manos y lo hubiera tirado a la jura, y así como cayó así se quedó. Es un enredo con nomenclatura.

Gracias a la Virgen del Carmen llegamos al parque principal, porque estábamos a bolsa y media de la mariada de Juanfer. Para ganar indulgencias entramos a la iglesia para agradecer lo mucho que hay que agradecer. Me imagino que Juanfer, entre su listado, incluyó su cumpleaños a cumplirse mañana 11 de noviembre, día de la independencia del corralito de piedra, el cual se independizó de la esclavitud (¿si será?) pero no de la politiquería y la corrupción.

Luego de cinco minutos de oración quedamos libres para mirar en el empinado parque, la flota de los Renault 9, todos como 9-citos, que atienden a las diferentes veredas y a su lado la tropa de camperos para trochas mas complicadas. Se destaca la construcción de la casa de gobierno, a cuyo lado está la estación de policía. Precisamente, mientras Luisfer tomaba la foto al edificio, se le acercó un policía y le dijo: “Oiga señor, está prohibido tomarle fotos a las guarniciones militares, así que haga el favor de borrar la foto que acaba de tomar” por lo que Luisfer procedió a “borrar” la foto (claro que de mentiritas, porque ahí la tienen) obviamente le preguntamos al policía el porqué de esa prohibición y nos respondió: “es que esa foto puede caer en manos de la guerrilla (?) y aprovecharla para un ataque”. Ahí si como dicen: El que manda manda aunque mande mal.

Después de este incidente, procedimos a buscar donde desayunar y…..atérrense, los dos o tres restaurantes estaban cerrados. Así que entramos a una de esas panaderías modernas que nos vienen invadiendo como por arte de mafia, con enormes avisos de gas neón, silletería y mesas en reluciente aluminio, vitrinas extravagantemente iluminadas, lujosos exhibidores móviles, etc, etc. Juanfer y yo pedimos huevos pericos, pan y gaseosa y Luisfer pastel de pollo, buñuelo y café en leche. Yo dejé casi todo el huevo porque, quien lo creyera, pero para preparar deliciosos huevos se necesita, al menos, un cuartico de hora de uno de los cursos de culinaria de Comfama, y además tener buen gusto, ¿o no? así Juanfer diga que yo soy muy “estirado” para comer y que como el tiene boca de dragón todo le sabe rico, bueno, al menos eso cree él. Mejor dicho eran huevos revueltos de batallón.

Mientras desayunábamos le dije a Juanfer: hermano te salvaste de que el policía aquel te decomisara el sombrero de camuflado que llevas puesto, aludiendo que es una prenda de uso privativo de las fuerzas armadas. Más bien escóndelo en la mochila para la salida y te lo pones cuando estemos bien retirados.

A las 8 y 10 minutos, hora que marcaba el ESS (El Santuario Swatch) de Juanfer, y con el Lobato entamborado de pan y gaseosa como gamín bogotano, pintamos la raya de salida virtual en toda la esquina nororiental del parque. A las pocas cuadras llegamos a la carretera pavimentada que conduce a Belén Aguas Frías, Heliconia, San Cristóbal y varias veredas, lo que convierte a esta región en lugar predilecto de los caminantes.

Como si hubiéramos pisado un nido de hormigas, comenzaron a aparecer unas volquetas en fila india que no sabíamos para donde ni a que iban, lo que hacía más complicado y peligroso el tránsito por aquella estrecha carretera, por lo que a cada momento se oía el grito: ¡ojo que hay vienen otras dos¡ ¡Juanfer entrate! ¡Todos para el mismo lado! ¡Pilas que viene una arriada¡

Este primer trayecto se hace bordeando la quebrada La Larga, que luego de pasar con los ojos cerrados por San Antonio, por la cantidad de basura que le tiran, se convierte en la Doña María. Así mismo decoran el paisaje varias caídas de agua que vienen desde la montaña y los extensos cultivos de pinos, cuya madera es ampliamente explotada; eso si, teniendo en cuenta la resiembra.



Hablando de árboles, en una de las curvas nos encontramos de frente con un hermoso paisaje cuyo componente principal era una fila de árboles perfectamente alineados, que gracias a la perspectiva, y mirados de frente, daban la idea de ser uno solo. Este regalo de la naturaleza se lo endosamos a Juanfer con motivo de su cumpleaños. En las siguientes fotos aparecen a la izquierda el árbol y a la derecha los árboles que lo componen.













Terminado el tramo pavimentado comienza la carretera destapada y golpeada por el invierno, por lo que no se hacen esperar los tramos pantanosos, el mayor de ellos ocasionado por el derrumbe en una zona rica en vetas de carbón de hulla, de ahí el color gris plomo del barro que nos tocó sortear. En ese punto había una retroexcavadora haciendo los trabajos de limpieza y adecuación de la vía. Los montículos de material que encontramos al comienzo del derrumbe, nos dieron las respuestas sobre la caravana de volquetas que vimos pasar al principio.

A las dos horas llegamos a la truchera Pisarro (con ese) sitio donde alguna vez estuvimos con el cura Pacho comulgando con el pan árabe y el queso crema que nos había llevado para brindar por su primera salida con nuestro grupo. En esta oportunidad, a falta de pan y queso, nos tuvimos que contentar con los hermosos ojos de Gladys, una de los ocho hijos de los propietarios del estadero, y pasarlos con unas gaseositas, como para hacer el gasto y justificar la sentada.

De la truchera para arriba comienza Cristo a padecer porque llega el tramo mas empinado. Hay que ponerle la polla a los cayados y tirar los morrales para adelante para equilibrar el peso. La subida se hace por unos rieles en cemento, y por entre extensos pinares donde resaltan el color rojo de los uniformes de los obreros que talan y sacan los troncos y las trozas, los cuales sirvieron de motivo para la foto de rigor.

En este ascenso nos encontramos con el dueño de la truchera, o sea el papá de Gladys, quien al igual que la primera vez, nos informó sobre los diferentes caminos que podemos coger, utilizando el mismo idioma y claridad con el cual los campesinos dan las indicaciones para llegar a una parte: “ustedes siguen derechito por aquel camino, antonces cuando lleguen a la chambrana, allá en ese altico, cogen pa´ abajo y donde está la mula amarrada cogen a la izquierda y ahí se van preguntando, hágale que no tienen pierde”

Terminado el duro ascenso comienza la parte plana y con ella el extenso y agradable mirador, desde donde se divisan esas montañas nuestras que nos son capaces de vivir sin nosotros, y nosotros sin ellas, algunos tramos de la carretera que acabamos de pasar, las marraneras que abundan por el sector, infinidad de fincas y un pedacito de San Antonio de Prado que desde lo lejos nos dice adiós y nos pide a gritos que volvamos.

El pelicandela Arango que nos acompañó durante casi todo el trayecto, cerró el chuzo al medio día porque en invierno sólo trabaja medio tiempo, así que terminado el terreno plano aparecieron los negros nubarrones. Abajo el imponente paisaje de la parte occidental de Medellín y el fuerte descenso no apto para una vuelta a Colombia en bicicleta porque se resbala hasta una cabra, por lo que los cayados seguían con la polla puesta para bajar a punta de compresión, pero los morrales nuevamente puestos sobre la espalda para guardar el equilibrio.

En plena zona de alimentación hicieron su desfile las mandarinas, manzanas y granadillas, manjares que en esos lugares saben a gloria. Así mismo llega el momento del rezo del ángelus con la misma devoción de siempre y las gorras en la mano.

A las dos horas de descolgada aparecen los primeros vestigios del barrio belén aguas frías, casas a lado y lado de la vía, las busetas sin pasajeros que a paso de tortuga comienzan su viaje hacia Medellín, las tiendas, etc. A propósito, nos llamó la atención el letrero que encontramos en un pequeño almacén en el cual públicamente dan cuenta de los morosos; por fortuna no estábamos en la lista ni ningún pariente o amigo hasta el quinto grado de consanguinidad o afinidad, menos mal.

Como lo de los nubarrones no era charlando, comenzó a caer una llovizna que nos obligó a entrarnos a un estaderito a tomarnos otro refrigerio acompañado de nuestra famosa picada de papitas (de las de paquete) amenizado con el noticiero de Teleantioquia al fondo. Amainada la lluvia seguimos bajando pero a las pocas cuadras se volvió a largar por lo que decidimos coger una de las busetas, de esas con una sola puerta y mas estrechas que sanitario de tren.

En la carrera 80 nos bajamos luego de cancelar los $3.600 del pasaje y de haber doblado la registradora con los cayados, porque para salir hasta se necesita de abogado. A la media cuadra entramos a almorzar en Alex Carne de Res, famoso por el litigio jurídico con el Andrés Carne de Res de Bogotá, al que yo llamo “Andrés Carne al Revés” por el complique para conseguir una mesa un domingo a las dos de la tarde, experiencia que me tocó vivir, esa vez terminamos almorzando en otro a cuatro cuadras, en donde nos recibieron de pico y nos dieron menticas a la salida, ah… y no tuvimos que dejar el carro como parte de pago.

Elizabeth, una hermosa universitaria, fue la encargada de decorar la mesa con un churrasco, una pierna de cerdo y una pechuga de pollo, todo a la parrilla, acompañado de papa al vapor con salsa yonoseque, arepa con hogao y ensalada de repollo con zanahoria. Mientras almorzábamos les propuse a los caminantes que montáramos un restaurante, y que para seguir con la rima de los nombres, muy de moda por estos días, lo pusiéramos “Jaramillo carne de Novillo”.

De allí pasamos a una de las panaderías “aquellas” para comprarle una tortica de cumpleaños a Juanfer. Así que en plena 80 con calle 30, ante la curiosa mirada de los pasajeros de los buses, le cantamos: “feliz cumpleaños amiguito, te desea ponque Ramo, que el recuerdo de este día llegue hasta nosotros, con la dulce y sana alegría del primer cumpleaños Ramo”.

De la 30 nos fuimos hasta la 33 riéndonos y dichosos por la mini piñata que le improvisamos al Juanfer, y para rematar se nos aparece una trigueña con cara de ángel y cuerpo de sirena que nos dejó boquiabiertos. En la glorieta de Santa gema bajamos la bandera a cuadros y cogimos los taxis para nuestras casas.

El chofer del taxi que nos toco a juanfer y a mi, nos dijo: “me imagino que vamos pa´ Bello, porque con esos palos parecen unos locos” por lo que le dijimos: tenés toda la razón, porque sólo los locos y los muertos son los que viven bueno. Al menos eso dice Juanfer.

Hasta la próxima

JORGE IVAN LONDOÑO MAYA

Caminata Belén la Palma - Corregimiento Altavista

Fecha: 3 de noviembre de 2007

http://caminantestodoterreno.blogspot.com/2007/11/caminata-beln-la-palma-corregimiento.html

Integrantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga (Melitón Zuluaga)
Jorge Iván Londoño Maya (El Lobato) y Juan Fernando Echeverri Calle (Juanfer)

Nombre: Ciudad, Campo, Naturaleza e Historia.

Como “no hay plazo que no se cumpla ni antojo que no se calme”, por fin hoy 3 de noviembre, los caminantes Todo Terreno quisimos hacer la caminada desde El supermercado El Consumo, en la carrera 80-81, hasta el Corregimiento de Altavista, el último de los cinco con que cuenta la Ciudad de Medellín que nos faltaba por visitar.

Siendo las 7:20 a. m. el Lobato y Juanfer arrancamos desde la iglesia de La América (Nuestra Señora de los Dolores) en medio de una mañana fría y medio opaca, con amenaza de lluvia, como por varia en esta época. Enrutamos nuestros cayados rumbo a la Carrera 80-81 con la Calle 27, donde nos encontraríamos con Melitón Zuluaga, quien muy cumplidito como siempre, se encontraba sentado en las escalas del Supermercado El Consumo, leyendo El Colombiano y la consabida “pedrada” de cada sábado, contra la administración municipal..............

Luego de nuestro saludo de rigor y comentarios del caso, iniciamos nuestra marcha por la vía que conduce hacia el cerro de las tres cruces, pero desviándonos hacia la ruta de los buses de Belén Altavista, la cual desde el primer paso, se inclina en forma ascendente, mostrando desde el desayuno lo que sería la trepada.

Y si señores y señoras (como dicen los políticos) por una calleja angosta, con unos andenes microscópicos y haciéndole toda clase de quites, manoletinas, chicuelinas, naturales, gaoneras, lagartijas, forzados de pecho, cacerinas, portagayolas, trincherazos, estatuarios y ¡corran que nos pisa!!!!, debido a los buses de Belén que bajan con frecuencia a altas velocidades, conducidos por locos o sicópatas, quienes parece que fueran “para el matrimonio de sus mamás”, fuimos subiendo la empinada falda, bien pavimentada y rodeada de casitas humildes pero bien tenidas y amenizados nuestros pasos, con el saludo franco de los moradores del sector.

A medida que ascendíamos el clima se tornaba fresco, muy a la exigencia de la opaca mañana, no obstante lejos hacia el oriente, el sol medio escondido entre algunos nubarrones, de esos que no se habían acabado de desprender de la noche anterior, dejaba ver cierto brillo intenso, muy intenso, que también nos mostraba, que el calor sería fuerte.

Talleres, negocios de comida, alguna arborización, casitas humildes, buses y volquetas que suben y bajan, pantano en el pavimento debido a las lluvias de los últimos días, amas de casa barriendo y tirando manguera, perros callejeros, niños jugando en los costados de la vía, el paisaje de montaña que se va vislumbrando, con sus heridas coloradas en sus faldas debido a la presencia de tejares y ladrilleras, que abundan en el sector.

Pronto un aviso ubicado en lo alto de un poste, con sus letras interrumpidas por un brazo de higuerillo, nos mostraba que entrábamos al corregimiento de AltaVista y a un lado, medio incrustada entre su cauce, corría la quebrada del mismo nombre, la cual tanto daño hace en tiempos de invierno, cebada eso si, contra los más necesitados, ya que a los de arriba, a los poderosos, la naturaleza con su furia les pasa pero lejos, muy lejos.

“Aquí Están Invertidos Sus Impuestos” mostraba otra gran valla. Efectivamente, maquinaria y muchos hombres en la vía, parchando, repavimentando, haciendo obras de arte, desagües, muros de contención y mejoras a la carretera, la cual luego de una curva cerrada nos dejó ver otra gran valla:

CORREGIMIENTO DE ALTAVISTA -Medellín para adelante y sin reversa.
8 veredas.
Extensión 27.43 Km2
Temperatura Promedio: 21º C
Atracciones: El Alto de la Virgen – Camino prehispánico Buga – Camino de Herradura – La Casa de Gobierno –

Realmente El paisaje cambia bruscamente: La montaña más cerca deja ver las huellas de los tejares y ladrilleras, las casas se vuelven saltonas, abundan los pájaros, la arborización se incrementa, se ven algunos lotes de terreno donde se cuida algún ganado criollo o cruzado....y lo bonito del lugar se afea como contraste poco grato, con las bolsas de basura a lado y lado de la vía, ya que la gente inculta y poco cívica, las saca a cualquier hora y día sin mirar las consecuencias, lo cual se agrava con la demora, en algunas ocasiones, del carro recolector.

Así mismo, como una contaminación al paisaje de la vereda, pegan en nuestros ojos los afiches de propaganda política, debido a las elecciones que acabábamos de celebrar, entre los que predominan los del Cow Boy de los ojos verdes, ese que convencido de su triunfo y garantizando ser “el candidato del pueblo” sufrió la más justa y lógica derrota, gracias precisamente al voto maduro de ese pueblo que no vota “por quien le ordenan los partidos”, sino por los que su conciencia, su honestidad y su dignidad de ciudadanos, les señalen.

Subiendo, subiendo con paso exigido, aprovechamos para ingresar a un negocito ubicado a mano derecha de la vía, donde con buñuelos tibios y gaseosa, dimos un respirito a nuestro radiador, para encontrarnos a unos pocos metros, otra gran obra: “Colegio Alta Vista.” Una hermosa construcción diseminada en seis módulos de una arquitectura muy moderna y de avanzada, la cual albergará a los niños y jóvenes de la región, esos que requieren cultura y educación que hasta hace poco se les negaba, para que puedan soportar y llevar mañana sobre sus hombros, el desarrollo de Medellín, la cual tiene que seguir “adelante y sin reversa.” 

COLEGIOS DE CALIDAD PARA
MEDELLIN



Volvimos a arrancar loma arriba y como a los veinte minutos, entramos a la cabecera del corregimiento Altavista, dominado por la iglesita de Jesús de Nazaret, la cual tenía sus puertas cerradas, rodeada de floridos jardines y la paz de su plazoleta en piedra muy bonita, donde se levanta en todo el centro una vieja planta de electricidad de fabricación alemana, la cual surtióde energía al corregimiento en sus inicios. Y al fondo, imponente, hermosa e increíble,....La Casa de Gobierno, blanca como la ropa campesina, bien tenida y digna de ser conocida. Todos estos bonitos detalles, fueron plasmados en la lente del gran Melitón Zuluaga, quien estaba más contento que un gato estrenando alfombra. Inclusive, hasta un agente de la Policía Nacional, de los que custodian la seguridad de nuestro corregimiento, en forma amable nos sirvió de fotógrafo “uniformado”, para captar al grupo completo.

Que belleza de corregimiento es Altavista. Parece un cuadro pintado por Dios al óleo y enmarcado entre montañas, lástima las basuras que abundan abajo a lado y lado de la vía, gracias a la acción anticívica y grosera de algunos habitantes, pocos por fortuna, que dañan el paisaje.

Encandilados por tanta hermosura, con un sol que se había quitado la ruana para empezar a azotar nuestras espaldas con sus rayos inclementes, iniciamos nuevamente el recorrido, hasta llegar a la vereda San Francisco, donde en un kiosco paramos a degustar papas rellenas caseras y gaseosa helada, para seguir nuevamente la marcha por ese constante y exigente ascenso que parecería no querer culminar.

El paisaje era más grato. Las montañas ya no mostraban las heridas de los tejares y ladrilleras, los bosques de pino se repetían por hectáreas inmensos, los pájaros dejaban escuchar su canto y la bravucona quebrada Altavista, era apenas una pequeña acequia de aguas limpias, que nos acompañaba a un lado del camino, el cual luego de un desvío y una gran batea en el piso, recubierta de piedra bien distribuida, nos mostró un camino, también finamente empedrado que se paraba bruscamente, era el camino de herradura o camino prehispánico Buga, en la vereda de su nombre; famoso por haber sido hecho por nuestros primeros habitantes, antes de la llegada de los “conquistadores” con su rapiña y conocido también como camino del conquistador, pues se cree que por éste arribó Jerónimo Luis Tejelo el 24 de Agosto de 1541, cuando descubrió el Valle del Aburrá comisionado por el Mariscal Jorge Robledo, uno de los pocos españoles buenas personas de los que arribaron a estas tierras; quien lo envió a inspeccionar el terreno.

Este camino, en gran parte tejido en piedra por nuestros aborígenes y muy bien conservado, es uno de los grandes atractivos del bello corregimiento y también es destino casi obligado de caminantes y dromómanos, ya que es una ruta muy propia para la caminería con destino a San Antonio de Prado, Heliconia o Armenia Mantequilla, además de cruzar por el Alto de la Virgen, nuestro destino final y el cual nos miraba desde muy arriba, mostrándonos su belleza y su verdor, tenuemente interrumpido, la presencia de neblina, algunas casitas campesinas, pequeños hatos de ganado de levante, los cuales también es posible ver abajo en la vera del camino. Atrás como abrigada en un poncho de niebla y contaminación, se alcanzaba a divisar a Medellín, hermosa, imponente y progresiva, enmarcada por esas montañas que la caracterizan y que no han permitido que al pueblo de la “dura cerviz”, le llegue en forma prematura, la “mariconcita” y delicada pereza o el facilismo que si ha sabido llegar a otras partes.

En medio de piedra, ascenso y pantano, tomamos el camino de Buga, rumbo al alto de la Virgen, “donde se dice, hace muchos años existió una aparición Mariana, motivo por el cual le fueron erigidos dos santuarios” muy bien cuidados y vigilados por los habitantes del sector, y que además son visitados por caminantes y creyentes que hacen allí sus romerías y promesas.

Definitivamente el crudo invierno había dejado su huella en el camino, el cual no obstante su firmeza y buena trama de la piedra, se veía liso y peligroso, lo cual obligaba a ser cuidadosos fin evitar una caída. Poco a poco y en forma exigente, fuimos superando el difícil terreno, bordeado a tramos por casitas, con sus amplios corredores, donde retozaban esos viejos de ayer o los niños de hoy, dando un contraste amable al paso de los caminantes, que no dejaban de llamar su atención, la cual sellaban con su saludo.

Que verdor, que bosques de pino, siete cueros, dragos, robles, chaparros y otras especies que hacen amable el paisaje, el cual cobra vida en los arroyos que bajan por los barrancos, esos que poco a poco alimentan el cauce de la quebrada Altavista, la cual nace arriba, pero que ya en el lugar donde nos encontramos, es apenas un cristalino y espumoso chorrito, que se cruza de un solo paso.

Es bueno destacar la labor y la presencia de Corantioquia en el lugar, con sus campañas de arborización, conservación de bosques nativos, flora, fauna y aguas, cuyos resultados poco a poco se van viendo haciendo del lugar un paseo muy propio para caminantes, un santuario ecológico y un rincón para rendirle culto a la naturaleza, esa que ya casi nadie contacta ni aprecia, ya que el gusto de la gente se volvió tan duro e insípido como los ladrillos que los encierran allá abajo en la gran ciudad. Que sirvan estas sencillas líneas, para invitar a los antioqueños y colombianos a que visiten estos hermosos lugares, tan cerca y tan lejos de nosotros, recordándoles que “no conoce más el que más viaja, sino el que más observa.”

Que cosa tan jodida era aquel camino. Se empinaba más que el precio internacional de los crudos, exigiendo a los caminantes, quienes nos quejábamos de la dureza del terreno, agravada por la gran cantidad de pantano; sin pensar que la gente que allí habita, tiene que subir su mercado cada semana a pié y en pesados bultos, que quiebran y doblan sus espaldas, pero no sus espíritus, ya que en ellos todavía queda mucho de esa “raza paisa”, que se niega a morir y la cual fue motivo de inspiración de grandes escritores, estudiosos y gobernantes, desde la misma época de la colonia, hasta hoy.

“Siquiera se murieron los abuelos /sin ver como se mellan los perfiles. Siquiera se murieron los abuelos / sin ver como afemina la molicie.”

Mientras más avanzábamos, mas húmedo el terreno, mas enterradas y pérdidas las piedras y grandes y lisos canalones se abrían a nuestros pies, lo cual nos obligaba a hacer casi equilibrio, para poder avanzar. Arriba ya se divisaba el primer santuario, las casitas mermaban su presencia y atrás allá abajo, la ciudad impávida, descubriendo su cara de ese manto de niebla y “smog” que antes la cubría y se dejaba ver coqueta, aferrada a los brazos de la cordillera que la encierran. Arriba y casi en su cenit del medio día, el sol quemaba, quemaba con sus rayos de invierno y a lo lejos, hacia el sur y el oriente, negros nubarrones se apoderaban poco a poco de la fina línea que sobre el azul del cielo, demarcaban nuestras bellas montañas.

De pronto, “como el roce de un ala sobre el viento”, el Lobato dijo: Hasta aquí llego. Sigan ustedes, ya que el piso presentaba condiciones difíciles y peligrosas. Luego de muchos ruegos, para que siguiera con nosotros; dejamos al Lobato en un recodo del camino, cerca de una casita, con provisión de agua y con “La Milagrosa” de compañía, para seguir el Melitón Zuluaga y Juanfer, la marcha rumbo al santuario de la Virgen; el cual calculábamos podría estar a unos treinta minutos de camino, pero camino duro y peligroso, ya que a estas alturas de la vida “viejo caído, es viejo perdido” y es bueno tener precauciones.

Lentamente, lentamente, como en un poema de Silva o como en “El “Borracho”, pero sin muro donde recostarnos, fuimos ganando altura sobre el complicado camino, que ni para mulas, hasta llegar a una casita donde nos esperaba “dizque” el descansadero el Rancho, donde fuimos atendidos por una niña muy hermosa, la que no superaba los diez años de edad, quien nos vendió gaseosa helada, al tiempo que su abuela, nos indicaba la mejor ruta para llegar a los santuarios.-

Refrescados nuestros cuerpos y gargantas, esperanzados de espíritu y apenados con el Lobato, quien se había quedado abajo, con la “Milagrosa”, que es malita pa’ botar corriente, continuamos la difícil marcha en tremendo pantanero, aprovechando las piedras que aún se veían en el camino, hasta que por fin y luego de tomar un recodo a mano izquierda y por un sendero de tierra amarilla, “más liso que un corroncho enjabonado”, llegamos al primer santuario. Digo “primer” ya que aún nos quedaba otro por visitar, el cual se ubica más arriba a unos veinte minutos de camino, pero acordamos no ir, para no demorar mucho al Lobato, quien allá en su soledad, ya debía haber rezado por lo menos seis rosarios y los mil Jesúses por lo menos diez veces.

En próximas caminatas, que hoy dejamos bien guardadas en los bolsillos secretos de nuestros “guarnieles”, ya tendremos tiempo de ir al segundo santuario, de paso para Heliconia o para cualquier parte de este mundo...........

Con nuestro último esfuerzo y superado el terreno difícil en sus últimos metros, llegamos a nuestra meta, sin recibimiento con bandera a cuadros ni nada por el estilo. Simplemente con la mirada dulce de la Virgen, quien desde adentro y en un bonito lugar, encerrado entre pinos delicadamente podados, luego de una reja se ve el santuario hecho en material, defendido por una reja abierta, adentro se observa un cuadro con una hermosa imagen de la Virgen de la Paz y a los lados colgando las macetas en flor. Igualmente se pueden ver veladoras, floreros y múltiples plaquitas de mármol, cerámica y acrílico, que dejan los peregrinos y fieles agradecidos a la Madre de Dios, por los favores recibidos. un lado, una gran cruz de hoja lata, la cual fue testigo de nuestra plegaria.

Cumplida nuestra visita, devolvimos nuestros pasos, no sin antes admirar tanta belleza, que gratuitamente se ofrecía a nuestros ojos: Las montañas verdes, cubiertas de pinos y bosques, interrumpida por algunas nubecillas de niebla y punticos blancos que caminan, casitas casi imperceptibles y en lo alto, el cielo azul hacia el norte y occidente, pero oscuro hacia oriente y el sur......presagiando lluvia, lo cual se confirmaba con ese calor sofocante que el sol descargaba sobre nosotros.

Poco a poco y con paso seguro, fuimos bajando por ese camino liso e imposible, devolviendo nuestros pasos hasta que luego de un buen rato y de pasos dudosos, encontramos al Lobato, parado en el mismo punto donde lo habíamos dejado. No se había movido un metro. No le faltaba sino voliarnos la cola cuando nos vio, y así, reunidos nuevamente los tres amigos caminantes, arrancamos sobre nuestros pasos, rumbo a Medellín, la cual siempre al frente se dejaba ver, parcialmente..... hermosa y pujante.

El mismo paisaje de la subida, los mismos negocios, los niños jugando, los ancianos en sus corredores rumiando recuerdos, los trabajadores que regresaban a casa luego de su jornada sabatina, el mismo sol sobre nuestras espaldas, el mismo cielo pero con diferentes nubes, la misma esperanza y ahí, cerca de la iglesia blanca y de puertas cerradas, nos llegó una canción del grupo Suramérica, la cual brotaba de algún equipo de sonido de uno de los negocios en la vera del camino:

“.....pero siempre hay borrachos con babas / que le recuerdan quien fue / el más joven maestro al piano / vencido por una mujer.....”

Contrastes hermosos a cuarenta minutos del centro de Medellín, lástima que poco recorridos, poco conocidos y poco apreciados. Esa es la verdadera caminería, aquella que encierra ese turismo ecológico, capaz de vibrar con un nido de arrieras, con una mariposa, con el barro del camino, el árbol que se muere, el que crece o el bosque que se quema y duele, como duelen las aguas contaminadas y las basuras que indolentemente se acumulan en la vía que lleva a este paraíso.

Contentos por el deber cumplido y experiencias acumuladas, muy pronto estábamos en las goteras de Medellín. No obstante, paramos antes de abandonar el corregimiento de Altavista para visitar “La Casa Colombia”, una hermosa y muy antigua casona, que fue comprada por el Municipio de Medellín y que hoy está en plena restauración, para ser utilizada como biblioteca, escuela y centro lúdico para la región.

Así mismo, desviamos nuestros pasos, hasta la Terminal de los buses, para visitar y conocer el Centro de Albergue Animal –LA PERLA- obra de la actual Administración y donde se recogen aquellas mascotas abandonadas a su suerte por esos amos indolentes, más animales que sus mismas mascoticas despreciadas y donde como reyes viven unos cuatrocientos gatos y perros “a todo timbal”, a la espera de ser adoptados por una persona generosa, que lo sepa querer y dar afecto en su propio hogar. Es que definitivamente la Administración Fajardo, también tiene corazón y empuje para velar por los animales.

Deshechos nuestros pasos bajo un calor infernal, no obstante los negros nubarrones que crecían en el horizonte, y con las botas nuevamente limpias gracias al generoso chorro que nos encontramos en la Terminal de buses, llegamos por fin al Supermercado El Consumo, en la carrera 80-81, desde donde habíamos partido cinco horas y treinta y cinco minutos antes; para ingresar presurosos al citado establecimiento y buscando el restaurante nos sentamos a manteles o mejor a “inoxidables” por el material de las mesas, donde luego de haber hecho nuestros pedidos, nos sirvieron trío de sopa de fríjoles con salchichas, y bandejas con carne a la gulash, sumergida en una salsa deliciosa, acompañada de su buena porción de arroz, papitas, ensalada excelente y fresca, tajada de plátano, arepa redonda y tremendo vaso de jugo helado de piñas, como para llenar de envidia los mismos dioses.

En esta oportunidad y muy a conciencia, no hubo vistica de las panorámicas de nuestro almuerzo, para dejar a la imaginación de los lectores, si de pronto y por casualidad aparece alguno, la imagen virtual de tan deliciosos platos, que si bien no son abundantes en cantidad, si son sobrados de lote en calidad, prueba de ello, que ni los tuvieron que lavar.

Dando cuenta de estos apetitosos platos, los cuales desaparecieron, como desapareció el Cow Boy de los ojos verdes, luego de conocidos los resultados de las elecciones para alcalde, buscamos la salida del Consumo, donde el Melitón Zuluaga tomó inmediatamente un taxi que lo llevaría a su residencia en el Poblado, mientras que el Lobato y Juanfer, continuamos nuestra marcha, como una encimita a nuestra no concluida caminata, mientras comentábamos nuestras experiencias y revolvíamos carreta, ya que para voliar lengua, nos dicen los “bobos”.

Igualmente nos lamentábamos de la caminata que se perdió nuestro caminante el “cuñita” Carlos A. Olaya B. (Polaroid), por esas cositas “dizque” de tipo laboral.

Hasta la próxima y no olviden visitar nuestro blog y dejar sus mensajitos,

Juan Fernando Echeverri Calle (Juanfer)

Los Caminantes Todo Terreno

Caminata Belén Los Alpes - Belencito

Fecha: sábado 4 de agosto de 2007

Asistentes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge Iván Londoño Maya

Duración: 4 horas

Nombre: Faldas de Paz

“Démonos fraternalmente el saludo de la paz” fueron las palabras pronunciadas por el sacerdote que oficiaba la misa de las 6 y 30 en la parroquia de la América, por lo que salí al atrio a darle mi mensaje de paz a Juanfer, que en ese momento estaba ojeando un ejemplar del periódico Colombiano, prestado por el vendedor de toda la vida. Es bueno mencionar que Juanfer es más conocido en estos entornos del barrio la América, que el mismo médico Vinicio Echeverri, quien hace pocos meses se fue a montar a la ciclo vía celestial.

Con este primer encuentro dimos inicio a nuestra caminata por algunos cerros del sector occidental de Medellín. Y digo primer encuentro porque faltaba el segundo con Luisfer, con quien teníamos programado encontrarnos a las 7 de la mañana en el supermercado el Consumo, allá en la carrera 80; es decir, que el tramo entre la iglesia de la América y el consumo lo hicimos como precalentamiento.

Luego de desgranar la mazorca de más de veinte cuadras de distancia y de despertar a los vecinos con el vozarrón de Juanfer, llegamos al Consumo en donde nos esperaba Zuluaga y Zuluaga, quien muy cómodo estrenaba la banca de uno de los nuevos y titinos paraderos de buses dispuestos por la administración municipal. Hablando de estrenes, el Juanfer se nos vino de camiseta con la foto estampada de su preciosa nieta Sarita, en una pose de actriz de cine de los años treintas. 


Con el grupo incompleto, pues faltaba el polaroid Olaya, quien le dio por jugarle infidelias al descanso “prepago” de los días sábados, arrancamos con rumbo a la calle treinta, no sin antes entrar a la panadería de una esquina para tomar el desayuno al mejor estilo de lavador de buses, compuesto por gaseosa y canasta con buñuelos recién salidos de la piscina de aceite y uno que otro pandequeso o pastel de queso.

Continuamos por el barrio los Alpes, en dirección a la universidad de Medellín, en medio de las obras del metro plus. Allí entramos a conocer el interior de la iglesia el Santo Cura de Ars a la que, como a muchas iglesias, sólo le conocíamos la fachada. Bordeando la universidad llegamos al barrio Las Violetas, en donde comienzan a empinarse las calles y a oler a campo. Por las estrechas calles suben y bajan las volquetas repletas con el material extraído de las muchas canteras que se encuentran mas arriba.

La ciudad va desapareciendo y entramos a san Pablo que hace parte de la zona rural. Allí quedamos a merced de una empinada carretera pavimentada, rodeada de casas, pequeñas tiendas y ladrilleras al por mayor. En par ladrillos llegamos a la vereda Aguas Frías desde donde se vislumbra parte del sector occidental de la ciudad.

Comienzan las fincas y los sembrados, algunas de las cuales fueron propiedad de unos familiares de Juanfer, por lo que no perdía oportunidad para preguntar cual de ellas había pertenecido a los Echeverri, pero como siempre sucede, nadie le supo dar razón. Lo que si supimos fue que una de las partidas que encontramos lleva a San Antonio de Prado, por lo que ahí mismo la apuntamos para próximas caminatas.

El fuerte ascenso y la constante conversación; eso si, les juró que no hablamos del profesor Moncayo, fueron interrumpidos por el trote pausado y firme de unos pantaloncitos calientes metidos dentro de una simpática deportista a quien premiamos con una buena dosis de H2O bendita, pues como dice Olaya, nuestro pensador adoptivo, bendecir el agua es perder el tiempo, porque viene así desde el mismo útero de la madre naturaleza.

A las dos horas de conjugar los verbos andar y hablar, llegamos a la vereda el Morro en donde termina la carretera y comienza prácticamente el monte. Desde allí se observa todo el barrio san Javier, los cerros el Tobón, el Toboncito y el del padre Amaya con sus estaciones repetidoras. Siguiendo las instrucciones que nos dio un lugareño, encontramos la trocha que nos conduciría hacía el norte, concretamente al morro El Corazón.

Debido a lo empinado, la bajada es igual de fuerte a la subida. Aparecen las primeras casitas y con ellas un sendero construido en cemento con buenas especificaciones de labrado para evitar las resbaladas. La única estación la hacemos en un pequeño santuario donde se venera al Cristo crucificado.


Desde ese lugar se divisan los albores de la comuna 13, escenario de los otrora enfrentamientos entre bandas de diferentes matices, el cual terminó con la operación Orión, llevada a cabo por la fuerza militares bajo la orden directa del Presidente Uribe. Pero no sólo se ve la comuna, también están los nuevos edificios de la escuela, el colegio y el comando de la policía.

Desaparece el pequeño sendero y llega la carretera aún más pendiente, llena de casas, de personas amables que nos saludan al paso, de niños que juegan desprevenidamente. El barrio el Corazón nos da la bienvenida con sus negocios de abarrotes, sus mercados, sus carnicerías bien surtidas, las legumbrerías, las ferreterías, los depósitos de materiales. Los muchachos del colegio preparando la salida en buseticas para algún paseo, los buses, los taxis, los policías en sus motos. Hasta tiempo sacamos para refrescarnos con una gaseosa bien helada y alguna parvita, pues esta vez nos vinimos bajitos de peso y de bastimento.

Luego de atravesar el corazón por su vena cava, pasamos al barrio Belencito, con sus calles menos empinadas y más amplias, con una zona comercial muy completa y un tráfico mas congestionado. Allí entramos el convento de la madre Laura, a cerrar con broche de maíz, arroz y carne nuestra caminata. En efecto, allí estaban las exquisitas empanadas que vende la hermana Olga, quien además de rezar administra la cafetería con lujo de Ardila Lule. Esas empanadas las llevábamos entre ají y ají, porque en la caminata que hicimos por Medellín tuvimos la oportunidad de probarlas; y claro, quedamos antojados.

Terminada la media mañana, seguimos bajando hasta el barrio Santa Mónica. En la calle 35 despedimos en taxi al Zuluaga y Juanfer y yo seguimos hasta san Juan, no sin antes echarle un vistazo a la cuadra y a la casa donde vivió el suscrito sus últimos años de soltero, antes de contraer nupcias con misia Marta Ligia, suceso que cumplió los treinta años. Pasamos también por la cancha de la escuela, donde todos los sábados jugábamos fútbol desde la una de la tarde hasta cuando ya no se pudiera ver el balón, con marcadores de 27 a 21, por ejemplo, y rematando en la tienda de don Adelfo, que ya no existe, con cincuenta pesos de salchichón, un pan y colombiana.

En la calle San Juan cogí el taxi para mi casa y Juanfer se fue a pie para la suya pues le queda a escasas tres cuadras. Llegamos con tiempo de sobra para almorzar en nuestras casas, hacer la siesta y asistir por la tarde al desfile de carros antiguos y clásicos.

Más que una caminata, fue un recorrido por caminos donde antes imperaba el terror, pero ahora florecen las sonrisas de los niños y la esperanza de los mayores.

Hasta la próxima

Jorge Iván Londoño Maya

2 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...
Huyyy!!! que bacanería de crónicas estas del tío Lobato pués. No deja dato sin pedrada, ni aguja sin hilo, para organizar y tejer ideas.
Que rico saber que esa comuna 13, si logbró la paz y hace proyectos especiales con los niños y jóvenes, pa'que no se vuelvan a guerriar entre ellos, ya que esa no es la idea. Mi abuelo debió gozar m,ucho, ya que esos montes fueron camino de sus "chincherias" "deniantes".
Felicitaciones tío,

Sara - Jerónimo
Anónimo dijo...
Te doy la razon mi querido Jorge Ivan, nada como visitar la cuadra donde fuimos tan felices en la niñez o juventud y mas que te trajo el bello recuerdo de que alli pasaste tus ultimos años de soltero antes de contraer nupcias con doña Marta, y ya van 32 felicitaciones.
Muy hermoso lo que dijo Carlitos acerca del agua " bendecir el agua es perder el tiempo porque viene asi desde el mismo utero de la madre tierra" hermosa apreciacion.

Coneja.

Caminata Universidad de Medellín - San Antonio de Prado

Fecha: sábado 29 de septiembre de 2007

Asistentes: Francisco Montoya Araújo, Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge Iván Londoño Maya.

Duración: 7 horas

Nombre: Pinares de la mano de Dios.

Para esta caminata no tuvimos metro, ni Terminales, ni el sabroso tinto como cuota inicial del desayuno, pero si las primeras oraciones en vivo y en directo en la iglesia de la América, lugar de encuentro con mi compañero Juanfer.

Montados sobre una hermosa y cálida mañana, arrancamos por esas calles de los barrios la América, Simón Bolivar, la Castellana, la Nueva Villa del Aburrá y Belén Los Alpes para llegar justo a la glorieta de la carrera 80 con la calle 30, lugar de encuentro con el resto del grupo. En el trayecto nos preguntábamos por Francisco Montoya, persona que no conocíamos y quien nos contacto vía Internet para “pegarse” a esta caminata. Es que ese vicio de dejar huellas es como mantener la puerta abierta y el letrero de Bienvenidos siempre destapado.

Con un inusual retraso de 10 minutos llegamos a la desaparecida glorieta, en la que brillaban nuestros compañeros pero por su ausencia, lo que nos obligó a caminar por entre las obras del metroplus para “mostrarnos”. Al poco rato divisamos a Luisfer y a Francisco quienes estaban tomando un liviano desayuno en una de las tantas panaderías del sector.

Este lugar de la crónica es propicio para destacar la ausencia a esta caminata de Gloria Helena Gutierrez Gómez y Carlos Alberto Olaya Betancur, quienes por motivos insalvables de última hora lamentablemente no pudieron acompañarnos. ¿Se imaginan el grupo completo?

Luego del efusivo saludo, al cual le mezclamos unas gotas de bienvenida y otras de amabilidad como para romper el hielo del encuentro con Francisco, nos dirigimos por la calle 30 hacia la Universidad de Medellín, mirando de paso las obras del Metroplus, de las que resaltan el espesor del carril exclusivo para los buses, que sin exagerar puede ser de unos 30 centímetros, con refuerzo de hierro en la base.

Eran las 7 y 40 de la mañana cuando izamos cayados en la Universidad de Medellín, punto oficial de salida de nuestra caminata. Como Francisco es bogotano y no muy conocedor de la ciudad, a pesar de varias visitas, lo fuimos enterando de los sitios que íbamos pasando, entre ellos los barrios las Violetas y san Pablo y la vereda Aguas Frías, los cuales tienen en común una vía principal que los atraviesa, mas congestionada que la misma avenida oriental, pues por allí transitan motos, bicicletas, buses, busetas, particulares y las infaltables volquetas que suben escombros y bajan los ladrillos de las innumerables ladrilleras que por allí se encuentran.

La cuesta se va empinando a medida que vamos saliendo del área urbana para internarnos en la zona rural desde la cual comienza a divisarse la zona occidental de la ciudad. Aparecen las fincas de labor y de recreo, los cerros el Tobón y el Toboncito, extensos cultivos de cebolla junca que nos hacen recordar que el desayuno estaba más enbolatado que paisa recién llegado a Nueva York. Sin embargo, en una de las últimas tiendas encontramos una venta de buñuelos, los que acompañados de gaseosas sirvieron para dar por terminada la zona de alimentación.

Poco antes de llegar a la Terminal de las busetas de Aguas Frías encontramos la carretera veredal que nos llevaría hasta san Antonio de Prado. En ese lugar Luisfer aprovecho para pagarle al Lobato la apuesta que le debía, consistente en una caja de jugos Tutti Fruti, la cual le fue entregada teniendo a Francisco y Juanfer como testigos y a un ocasional vecino como fotógrafo del momento; queda demostrado entonces que no hay deuda que no se pague. Esto sirvió para que iniciáramos la cuesta brindando con los jugos que por fortuna todavía conservaban el frío de la nevera.

De ahí en adelante la palabra la tuvo Francisco ante el natural interrogatorio del grupo. Nos contó sobre su familia, compuesta por padre, madre y 4 hermanos. De su vida sacerdotal la cual ejerció hasta hace poco, de los motivos para tomar dicha decisión, de su experiencia como monje Benedictino vivida en el monasterio que esta comunidad tiene en Guatapé, Antioquia, edificación que tuvimos oportunidad de conocer en una de nuestras caminatas por esa región y que nos impactó por su belleza, y de sus trabajos como Ingeniero Civil. Ahora vive en Medellín buscando nuevos horizontes

Para nosotros fue una impactante y agradable sorpresa que sin lugar a dudas creo un ambiente muy especial, porque nunca pensamos caminar con un sacerdote a bordo, y digo sacerdote porque esa condición como tal seguirá por siempre, así no la ejerza. Obviamente hicimos nuestra presentación para quedar mano a mano con Francisco.

La caminata, muy difícil por cierto en sus tres primeras horas, debido a lo empinado del terreno, se va llenando de extensos bosques nativos con sus ardillas, una de las cuales, de raro color negro, nos dio la bienvenida, la gran variedad de pájaros, entre ellos una manada de gulungos, famosos por su plumaje negro y su pico, alas y patas amarillos. No había tramo en el que no saliera del bosque el trinar de alguna ave o se sintiera el movimiento de hojas producido por algún animal que se escondía a nuestro paso.

Al llegar a terrenos de la vereda El Astillero nos encontramos a nuestra izquierda un amplio y extenso paisaje que nos acompañará durante gran parte del recorrido, compuesto por montañas, fincas, pinares que copan toda nuestra capacidad visual, las marraneras tan comunes por esta zona, invernaderos repletos de flores y mucho cultivo casero de hortalizas. En una de las montañas se destacan las antenas del cerro del Padre Amaya, lo que nos desubica con relación a nuestra posición. Obviamente la conversación de la caminata sigue girando en torno a los temas religiosos, políticos y sociales, lo que la hace más agradable e interesante.

Hablando de marraneras, pasamos por el lado de una de tantas, y observamos las enormes marranas dedicadas exclusivamente a la producción en serie de marranitos, razón por la cual cada marrana tiene como espacio una estrecha celda que no le permite moverse, con el fin de evitar que ahogue a las crías, según nos lo explicó una de las encargadas, que entre otras le está cayendo muy bien la carnita frita de marrano. Esta situación generó la justificada protesta de Juanfer, defensor de oficio del reino animal, quien en cada caminata y siempre que encuentra una situación injusta contra los animales, de inmediato la emprende contra el amo abusador. Ahora comprenderán porque nuestros cayados tienen una doble misión. 

Teniendo a san Antonio de Prado a tres horas de camino continuamos el recorrido por pura bajada, en la cual constatamos que por aquellas tierras también llega la alcaldía de Medellín, con la construcción de huertas comunitarias y escuelas, una de las cuales quedo captada en la lente de Polaroid Zuluaga.

Poco antes de llegar a nuestra primera parada encontramos a un grupito de seis niños que venían con la mamá de dos de ellos y tía del resto, allí se agotaron nuestras precarias existencias de bombombunes y la abundante existencia de manzanas que llevaba Francisco, las cuales quedaron en muy buenos paladares. A la cuadra llegamos a la truchera Pizarro, en donde muy bien recibidos por la pareja de propietarios, instalamos nuestro campamento de descanso.

Allí pudimos apreciar la algarabía de las truchas cuando les echan el concentrado, espectáculo circense captado por la cámara de Luisfer. En el descanso Francisco aprovecho para repartirnos un delicioso pan árabe acompañado con un exquisito queso crema; y como les parece el detalle, hasta llevo cuchillo para untarlo. En medio del pan, el queso y las cervezas surgió la palabra del propietario del estadero, para informarnos sobre otras caminatas que se pueden hacer por esta región, las cuales posiblemente en un futuro harán parte de nuestro menú.

Por un lado de la truchera hace su presentación en sociedad la quebrada la Larga, de cristalinas aguas, la cual viene desde el bosque nativo recogiendo todos los arroyos, y que mas adelante se junta con la quebrada La María, un atractivo turístico por los famosos charcos que son aprovechados para hacer los tradicionales paseos de pelota de números y sancocho en fogón de leña. Además del paisaje que nos brinda, pues en forma elegante se abre paso por entre los frondosos árboles.

Es importante anotar que el recorrido de esta caminata es en forma de herradura, porque al llegar a la cima de las montañas en la vereda Astilleros, se comienza a caminar por el plan hacia el Sur, luego comienza la bajada que hace las veces de la curva de la herradura hasta llegar al llano en donde nuevamente cogemos el plan en dirección al Norte, es decir que uno comienza a devolverse. Esta extraña forma de la carretera la venimos a comprender cuando divisamos a lo lejos a San Antonio de Prado, el cual esta tapado por una montaña localizada en el llano, de ahí que desde la parte superior de la montaña no se alcanza a mirar abajo la población, situación que desubica por completo a quienes transitan esa vía por primera vez.

Entre paso y paso encontramos a nuestra derecha una hermosa cascada con una caída libre de mas de 30 metros, cuyo ruido nos hizo cambiar de lado para admirarla mas de cerca, pero cual sería nuestra sorpresa por la hediondez a estiércol de marrano de tan aparentes cristalinas aguas, una muestra clara de la indolencia de los propietarios de estos rentables negocios que vienen contaminando la quebrada la María, la cual como ya se anotó, sirve para el deleite de los bañistas.

El trayecto final es una subida exigente, la cual atacamos no sin antes hacer la última parada en una de las fondas camineras, para tomar una refrescante gaseosa acompañada de la tradicional picada de chitos y escuchar los primeras noticias del programa radial Wbeimar lo Dice, es decir eran la una de la tarde, lo que se traduce en cinco horas de puro caminar.

A las 2 pasadas plantamos cayados en el parque principal de san Antonio de Prado, entre otras, orgulloso parqueadero de la flota de colectivos mas titina que tenga municipio o corregimiento alguno, todos ellos marca Renault 9, mas bien tenidos que el Ferrari de Rasguño. Siguiendo con el parque, comentaba Juanfer que éste es tan empinado e inclinado que los carros allí nos los parquean sino que los arrodillan.

Luego de asistir a la iglesia, que a esa hora albergaba a varios grupos de niños y jóvenes que asisten a la tradicional práctica del catecismo, pasamos a manteles al restaurante El Hospital, nombre que nos obligo a pedir cuatro transfusiones de sopa de tortilla e igual número de secos vía intravenosa.

La verdad que el almuerzo estuvo a la altura de la más complicada operación de corazón abierto, todo muy bien acompañado de suero de maíz, o claro para ser más explícitos, o cervecitas o el infaltable Mr. Tea; que pena, olvidaba mencionar los bananos y los bocadillos envueltos en guasca, los mejores. Les informo que Francisco quedo descrestado con el claro, por lo que Cervunión, que está a algunas cuadras, perdió un cliente. Ahí están las fotos como testimonio gráfico de que los Todo Terreno, definitivamente no salimos a sufrir, así amigos como JuanCé Mejía traten de calificarnos como un grupo de barrigones que salimos en calzoncillos largos a caminar por estas tierras de mi Dios.

Cancelados los $32.000 del almuerzo, incluida la propina, los cuales pagamos de la tradicional vaca que hacemos al comienzo de cada caminata, nos enrutamos para la Terminal en donde cogimos uno de los buses que alimentan el metro. Un poco mas de media hora, aprovechada para la siesta por parte de Francisco que parece se da la mano con Olayita en el arte apagar el ojo así sea parados en la punta de un alfiler, y llegamos a la estación Itagüí, en donde de paso observamos la obras de ampliación que viene realizando el metro.

Superada la congestión de usuarios y agotada la vaca con la compra de los tiquetes, arrancamos rumbo a Medellín. En la estación Aguacatala se bajó el Zuluaga y el resto de la tropa en la estación san Antonio, allí cogimos la línea B hacia el occidente, yo me baje en la estación Estadio, Francisco, quien se ganó el derecho a caminar con nosotros cuantas veces le sea dado, se bajó en la Floresta y Juanfer en San Javier. En el trayecto comentábamos que curiosamente habíamos hecho una caminata de siete horas sin salir de Medellín, escasamente cinco minutos para pasar por Itagüí.

Cuando llegue a la casa saludé a mi esposa y le comenté: ¡uuummm! ¿A que no te imaginas quien nos acompañó a la caminata de hoy?

Hasta la Próxima

Jorge Iván Londoño Maya

9 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...
CAMINANTES: No es que ustedes sean unos viejitos barrigones en calzoncillos largos. Ustedes son unos verracos.
Lo que pasa es que la ausencia de ponderación en algunos corazones, es decir, la envidia, no deja ver lo bueno.
Eso: Por favor sigan defendindo el medio ambiente y los recursos.
Reciban un saldo de compatriota,
A.U.V.
Anónimo dijo...
Cuando lei el recorrido, pense:"hijuele esta gente si se enloquecio del todo.Minimo duro hasta el domingo la caminada..."
El solo imaginar por cual de las estaciones del metro iban a cruzar la autopista sur p seguir pal oriente antioqueno, me puso a leer letra por letra. Hasta q...
Claro, no era De Pereira, era de Prado. Ufff yo ya me habia agotado solo leyendo.

Definitivamente uds no provocan sino envidia y de la mala. Es q son unos tesos p esto de caminar. No cualquiera se le mide con el profesionalismo y dedicacion q uds lo hacen.
Mis felicitaciones y mi mayor admiracion.
P'lante, disfruten udsd q pueden hacerlo de esas lindas tierras.
Algun dia los acompanare fisicamente.

KALMA
Anónimo dijo...
¿Qué será que el Señor HERODES NEPONTE no ha aparecido esta vez con sus comentarios??
Algo pasa en la naturaleza y creo es un "Sunami"......
¡ADELANTE CAMINANTES, QUE LOS CAMINOS SON DE USTEDES Y LA FELICIDAD TAMBIEN!

JERONIMO
Anónimo dijo...
Amigos caminantes:

Hoy 4 de octubre es día de San Francisco de Asís, de las mascotas y por obvias razones de la naturaleza, la que hoy se asoma sobre el balcón del paisaje para ver su caminar rápido, seguro y firme.
CUIDEMOS LAS PLANTAS Y LA FAUNA, AESPECIALMENTE ALGUNOS EJEMPLARES QUE ¡AVEMARIA !!
SARITA
Anónimo dijo...
Hola caminantes ya hay n monje que les dá bendiciones en l camino
Anónimo dijo...
No son viejitos los caminantes,son viejitos todos aquellos aspectos de la naturaleza que inexplicablemente parecen olvidados,pero ellos tienen la convicción absoluta de enseñarnos los espléndidos paisajes de nuestra querida ANTIOQUIA.
RUMU.
Anónimo dijo...
Todo parece indicar, que a estos caminantes a medida que se les van acabando los caminos, parece también se les están acabando los ánimos.
Hagan nuevos caminos, ahí donde nunca nadie ha pisado, pero no dejen de caminar.
HERODES NEPONTE
Santiago dijo...
ea compañeros, saludos desde cali, bonito blog, bonita tierra la antioqueña...yo también tengo una bitácora de algunas salidas acá en el Valle (y alrededores). Les comparto la dirección

rutasdelvalle.blogspot.com


suerte con su aventura y pa'atrás ni pa coger impulso pues.
Anónimo dijo...
Imaginense en esa caminata a un cura,, un obispo y seminarista, si Zuluaguita quedo como portero de las puertas del cielo, mejor dicho no se les arrimaba el mismisimo
demonio ni por el chiras.
Cuando sera que me les pego, que gente pa pasar maluco pobrecitos.

Conejita.
Harriso, N.J

Quinta Caminata por Medellín

Fecha: sábado 29 de mayo de 2009

Los que fuimos: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle, Carlos Alberto Olaya Betancur y Jorge Iván Londoño Maya.

Nombre: Esculcando la Bella Villa

La idea

Como a Londoño, o Lobato que llaman, le apareció en días pasados un espolón, pero calcáneo, para no confundirlo con los de Coveñas, se programó una caminata dizque suave por Medellín, en solidaridad con dicha protuberancia, a la que solo le faltó el carro de bomberos con doña Nidya Quintero saludando desde las alturas y pegada hasta de los clavos de Cristo. De paso ajustaríamos la quinta versión de nuestras patoniadas por la Bella Villa, por lo que ya vamos cogiendo pinta y acento de guías turísticos.

Josema se abstuvo de jugar golosa en las cebras peatonales, por compromisos que lo llevarían hasta el encantador y siempre acogedor municipio de Jardín.

Los encuentros

El primer encuentro tuvo lugar a las 6 y 30 de la mañana entre Juanfer y el Lobato en la iglesia parroquial de la América, Nuestra Señora de los Dolores, encuentro que estuvo matizado por dos o tres “Dios te salve María” del rosario que allí se reza a esa hora y todos los días de la semana.

Salimos San Juan abajo y luego hicimos travesía por las circulares del barrio Laureles mientras ponderábamos la actuación de nuestro Presidente Uribe, y despotricábamos de las de algunos otros en la reunión de Unasur, que por poquito termina siendo de “losdelSur” (Entiéndase barra berrionda del Nacional)

Pasaditas las 7 llegamos a la calle 30 con la carrera 65, sitio designado para el encuentro oficial del grupo. Allí nos esperaban Luisfer, como siempre de periódico en mano, y Olayita con su unípode color verde camión de escalera de San Vicente.

Esculcando negocios y vitrinas entramos a Delicias del Pan No. 385 para disfrutar de un desayuno a lo secretaria de consultorio médico, milo frío con empanada y pandebono. Que conste en el acta que nos dieron de a media servilleta para cada uno.

Parque Biblioteca de Belén


A pocas cuadras encontramos nuestro primer objetivo. El amplio y hermoso edificio de la biblioteca de Belén, administrado por Comfenalco y construido donde antes era la sede del F2, beneficioso cambio de armas por libros. El arquitecto japonés Hiroshi Naito fue el diseñador del edificio, el cual cuenta con un inmenso y atractivo espejo de agua que brinda una sensación de sosiego inigualable. Lástima que el celador no nos haya dejado entrar para apreciar con detalle toda la construcción, porque el horario de atención comienza a las 9 de la mañana.

Clínica SaludCoop


De la biblioteca, y atendiendo instrucciones de un celador, nos “brincamos” por el lindero de bambú que limita con los parqueaderos de la nueva clínica construida por SaludCoop, brincada que nos costó el amable llamado de atención de otro de los vigilantes, quien por fortuna se tranquilizó al ver la cara de obispo de Juanfer. Eso si, quedamos en la grabación para futuros reclamos. La clínica es una moderna construcción que junto con la biblioteca le cambiaron la cara a ese sector de la ciudad.

Unidad Deportiva la Mona Luisa


Despedidos por los integrantes de una banda musical juvenil que esperaban en las afueras de la biblioteca para el sagrado ensayo sabatino, cogimos la carrera 80 hacia el sur. Cómo han cambiado estos entornos, le comentaba a Luisfer, mientras caminábamos, pensar que la ida al colegio La Inmaculada, de las hermanas Capuchinas, era todo un paseo de olla. Al llegar a la clínica Las Américas echamos travesía por los parqueaderos de la misma, no sin antes admirar la obra de arte localizada en la glorieta de la entrada. Hay quienes la atribuyen al maestro Rodrigo Arenas Betancur, pero mirando la lista completa de sus obras, ésta no aparece incluida, además su estilo no se ve plasmado en la misma.

Pasada la portería de la clínica ubicada sobre la carrera 70, llegamos a dicha avenida pero haga de cuenta como escueleros saliendo a recreo, sin fijarnos para ninguna parte, por lo que quedamos a merced de los carros que venían en ambas direcciones. Por fortuna la Milagrosa nos cogió de la mano y a regañadientes nos pasó al otro lado.


Al frente está la Unidad deportiva María Luisa Calle, merecido homenaje a nuestra medallista olímpica. La unidad consta de una pista de patinaje y otra de atletismo, una cancha de hockey en patines y tres de microfútbol, además de una tribuna para unos 1.300 espectadores, quienes de ñapa pueden patearse cómodamente el aterrizaje y despegue de las aeronaves del Olaya Herrera, el segundo aeropuerto con mayor tráfico aéreo del país.

A la entrada de la unidad deportiva nos encontramos con un grupo de animadas cuchibarbis que venían de caminar y hacer ejercicio. Encantadas posaron con nosotros para la foto del recuerdo y nosotros para las de ellas.


Antojados de un juguito de naranja “cogimos el primer taxi que pasó” como bien anota el Lobato cuando entramos al primer negocio que vemos sin hacerle el previo estudio de mercadeo. Así que nos paramos en el primer puesto que encontramos, no muy surtido que digamos en materia de cítricos y regularmente acondicionado para estos menesteres. Pero bueno, a veces hay que hacer como el boquidragón, que todo le sabe a Gloria. Perdón, a Piedad.

El Crucero Bancolombia


Luego de la tumbada. (Un vasito de 5 onzas por mil pesos) cogimos por la carrera 70 hacia el Norte, pasando por todo el frente del aeroparque Juan Pablo II, el cual ocupa 17 hectáreas de esparcimiento, sobresaliendo los juegos acuáticos y la pista para patinaje y ciclismo, muy concurrida los fines de semana. Terminada la carrera 70 tomamos por la calle 30 hacia el oriente para llegar a la estación Industriales del metro. Allí pasamos por el puente peatonal desde el cual se observan la nueva vía distribuidora, la avenida regional y la sede de Bancolombia que da la idea de ser un crucero atracado en un puerto cualquiera. Lo que antes eran las instalaciones de Cementos Argos sirven ahora como sede del primer banco colombiano. Lo que se traduce en transformar un cuarto de cemento en una “taza” para sancocho de camionero, o sea del 27.98% anual

Admirados por tanta modernidad e imponencia pasamos por un lado de los dos edificios, convertidos en nuevos referentes de la ciudad, y de los cuales, obviamente los cuentasufrientes tenemos derecho, al menos, a ladrillo y medio.

Ciudad del Río


Enrutados por la avenida los Industriales hacia el sur, llegamos a lo que antes eran las instalaciones de Simesa y que hoy albergan una serie de edificios que hacen parte de Ciudad del Río. Consultorios, apartamentos, oficinas y comercio, hacen parte del menú que se ofrece a los compradores y que tendrán como copropietario de honor la nueva sede del Museo de Arte Moderno, MAM, que orgullosamente ocupará las antiguas instalaciones de lo que otrora fueran los talleres Robledo S. A. Así mismo, los constructores en buena hora han dejado como elementos referentes del pasado una de las enormes columnas que sostenía los polipastos que alimentaban los hornos, así como la portería general.

Premium Plaza.


Las calles del tradicional barrio Colombia nos sirvieron de pasarela para llegar hasta el centro comercial Premium Plaza, construido donde anteriormente era la planta de Pintuco, de la cual no quedó ni la famosa Marta, porque allí también levantaron camas y salieron mar adentro. La pasada por el interior del centro comercial nos sirvió para refrescarnos con el aire acondicionado, mirar vitrinas y ¡que mujeres!

San Diego


Continuamos el rumbo por la avenida San Diego en dirección al norte, para llegar al puente peatonal que une Almacentro con el centro comercial San Diego, puente que está estrenando camisa de cuero de cebra para llamar la atención a los peatones para que hagan uso de él. Como buenos ciudadanos pasamos al otro lado y enfilamos hacia la glorieta en donde fuimos sorprendidos por el profundo mensaje que la firma JuanBé volvió institucional en la valla de su serviteca. La acrobática pasada de la vía Las Palmas, nos demostró que definitivamente Medellín no está pensada para los peatones.

Niquitao


El otrora erótico barrio que a muchos les sirvió para dejar la pena por las primeras "experiencias", nos abrió sus puertas para mostrarnos su cambio extremo. Negocios, talleres, tiendas, inquilinatos, montallantas y hasta casas de familia forman el muestrario de nuevas actividades de este deprimido sector. Un fuerte tráfico acompaña las estrechas calles que han recibido el flujo vehicular de los que quieren salir a pitazo partido del caótico centro. Poco a poco fuimos alcanzando la parte superior, hasta llegar a los límites con lo que fuera el cementerio de San Lorenzo. Muy cerca hicimos la primera parada para refrescar gargantas asediadas por el fuerte calor.

Parque de San Lorenzo


Lo que fuera el cementerio más antiguo de Medellín, el San Lorenzo, está siendo convertido en parque recreativo. En este parque se construirá un circuito que servirá para que la ciudadanía realice actividades como trote o caminata. Además posee un espacio duro que se puede utilizar para ensayos de grupos de danzas, gimnasia, aeróbicos y juegos infantiles, para ser aprovechados por personas de cualquier edad, espacios que a su vez, son complemento de la vía Girardot en su costado oriental, o sea que la osamenta que ahora albergará el parque será totalmente activa y en movimiento


Llama poderosamente la atención el trabajo de pintura en perspectiva hecho sobre parte del muro oriental, con lo cual se logró darle profundidad y vida a esa zona. Así mismo pudimos constatar la venta, a través de un megáfono, de boletas para la rifa de 4 millones de pesos, actividad que viene inundando los barrios periféricos, y sobre la cual hay muchos comentarios acerca de la procedencia. A lo mejor a quien gane le dicen que el que paga se pasó de cementerio.

El Huevo

Una cuadra más abajo, y en medio del saludo de sacoleros y malandrines llegamos a la calle san Juan, por la cual tomamos hacia el occidente. En este recorrido encontramos el nuevo colegio Héctor Abad Gómez y muy cerca el edificio donde quedaba el teatro Roma, en mismo donde pasamos muchas tardes de domingos viendo unos dobles que ni en el mismito jolivud se conseguían.

El olor a pintura nos hizo recordar que estábamos en las famosas cerrajerías del Huevo, pleno san Juan con el Palo, y que estábamos muy cerca de los bajos del puente donde nos esperaban, no solamente el concentrado olor, sino la vista de mierrinche de todos los habitantes que viven en la manguita que forma la oreja del puente de san Juan con la avenida oriental. ¡Uuuggggggg! Mejor dicho, allí comprobamos que todo ese sector huele a olvido extremo gubernamental.

Parque de San Antonio


Todavía groguis, nos montamos al puente peatonal que une la calle San Juan con el parque de San Antonio. Que pena con esos santos, pero el puente tampoco es que sea un dechado de pulcritud, por lo que lo pasamos en un tres por seis.


La hermosa y tradicional iglesia de San Antonio se encontraba cerrada, al menos por este lado. La fuente que adorna el arborizado parque, custodiada por cuatro ángeles en bronce, estaba sin agua en tu tanque y acompañada por algunas basuras. Este parque es frecuentado por drogadictos, prostitutas de mil pesos, malandrines, sacoleros, vagos y muy de vez en cuando por caminantes empedernidos. Para los inquilinos de este espacio el tiempo no tiene segundero y el calendario viene sin días.


La escultura de Botero que representa el torso desnudo de un hombre, y que encarna el compañero de la gorda del parque de Berrio, nos da la bienvenida a la enorme plaza, la cual tiene entre sus haberes, amén de las cuatro obras de Botero, el haberle quitado al atrio de la candelaria el primer puesto como punto de encuentro de los medellinenses.


Punto obligado para la foto es el pájaro donde explotó aquel 10 de junio de 1995, un petardo que acabó con casi una veintena de personas. A su lado emerge el nuevo pájaro donado por el maestro, el cual, por fortuna mantiene intacta su figura.

Juniniando

De allí pasamos a la carrera Junín, la que todavía por este sector alberga las mueblerías, pensiones y prenderías de siempre, más no los bares frecuentados en nuestra juventud y que fuimos desgranando con nostalgia. La Luciérnaga y el Montecristo entronizaron la lista de muchos otros en donde vibrábamos con La Copa Rota de Alci Acosta o Cuando Tu No Estas de Raphael. Parados en una distribuidora hicimos el brindis del recuerdo con agua bien helada.


La calle Amador, que poco ha cambiado, nos abrió sus brazos para dejarnos ver sus cacharrerías, sus almacenes de artículos eléctricos, para sentir el olor a tango del salón Málaga, que sigue intacto ahí en Bolívar, y desempolvar el recuerdo de almacenes tan conocidos como la Guitarra o la ferretería La Campana, hoy convertida en cigarrería.

Plaza de Cisneros

Rozando como gatos en celo los ladrillos del edificio Carré, y disfrutando de una pizquita del pasaje peatonal Carabobo, llegamos a la plaza de Cisneros, en donde se levantan, sin pena ni gloria, trescientos postes construidos con la idea de que fueran luminosos, adornados con pequeños bosques de bambú y una que otra fuente de agua.


Como este entorno fue el territorio Marlboro de Olayita (El tabaco en nocivo para la salud) nos indicó con centímetros, pelos y señales donde quedaban el pasaje Sucre, la farmacia Pasteur, la plaza de mercado y la calle tal. Buena parte de esa historia fue reemplazada por la funcional Biblioteca de las Empresas Públicas de Medellín.

Centro Administrativo La Alpujarra

Disponíamos de treinta segundos para pasar lo que para los antioqueños es la avenida 9 de julio de los argentinos, les hablo de nuestra calle 44, o San Juan, en su punto más ancho y más hondo.


Al otro lado nos esperaba el centro administrativo La Alpujarra, donde tampoco trabajan los días sábados, así que nos limitamos a ver de lejitos los edificios de la gobernación, alcaldía, juzgados y la antigua estación Cisneros.


Más hacia el occidente nos esperaba el primer edificio en construcción de los que conformarán la plaza de la Libertad. La locomotora número uno, encargada de llevar materiales para la construcción del túnel de la Quiebra, pensionada hace ene años en su pedestal, le sirvió a Carlos como punto de referencia para una hermosa foto.

El parque de los píes descalzos

Antes de llegar al Infaltable parque de los pies descalzos, degustamos por cuenta de Man&obras un delicioso mango, presentado en enormes tajadas dispuestas arquitectónicamente dentro de una bolsa de plástico y cuñado con harta sal y limón.


Después de la limpiada de manos en los pantalones, quedamos a merced de otro complejo turístico, compuesto por el edificio de las EPM, que sigue siendo inteligente, el parque de los píes descalzos, el jardín Zen, el bosque de guaduas, en buena hora convertido en besuquiadero público, Plaza Mayor, la fuente de los sonidos y el museo interactivo. Entre otras, aprovechamos para evacuar la vejiga que ya parecía de camello.

Barrio Corazón de Jesús

Montados en el amplio y agradable puente peatonal volvimos a pasar la calle San Juan para regresar al costado norte y quedar en terrenos del Barrio Corazón de Jesús, más conocido con el alias de barrio Triste, que dejo de serlo gracias al empuje de la corporación fundada por todos los comerciantes. De reojo los mecánicos nos fueron mirando el radiador a ver cual lo traía recalentado, pues a esa hora amasábamos casi las seis horas de caminata, y una más para Juanfer y yo.

Puente peatonal La Macarena


Por primera vez algunos integrantes del grupo pasábamos este puente, que en verdad hay que pasarlo en barra o al menos acompañados por dos policías, pero que no sean bachilleres, debido a los vecinos que tiene. Nos impresionó la extensión de este puente, construido con muy buenas intenciones por el Alcalde Sergio naranjo, pero que a la larga no ha logrado su objetivo. Dicen que después del de Semana Santa, es el puente peatonal más largo del país.

Unidad Deportiva Atanasio Girardot


Para llegar hasta el estadio, hicimos travesía en fila india por Home Center y CarreFour, no sin antes apreciar en todo el cruce de San Juan con la carrera 65 una función de circo callejero, que dura lo mismo que la fase en rojo de los semáforos.

Instalados en la unidad deportiva, nos dimos a la tarea de mirar las obras de los escenarios deportivos que tienen como objetivo la celebración de los IX juegos Sudamericanos a celebrarse en Medellín el próximo año.


Llama la atención el complejo de los coliseos, cuyos techos en este momento se asemejan a enormes montañas rusas. La zona de piscinas, donde antes quedaba el kartódromo, y cuya nostálgica desaparición puso en desbandada a muchos madrugadores caminantes, entre ellos el Lobato, promete ser una de las más modernas y completas.


La salida de la unidad deportiva la hicimos por el patinódromo, atestado de niños que a esa hora terminaban las clases del deporte insignia de nuestro país. De paso inauguramos el nuevo puente de guadua, que hará parte del parque lineal que será construido en esa zona, incluyendo los bajos del metro.

La Estación del Sabor como remate de caminata

El remate de esta caminata tuvo lugar en el restaurante La Estación del Sabor, calle 44-A entre carreras 73 y 74, digan que van de parte mía, el cual es de toda nuestra confianza.

Lastima que se nos pasó por alto la foto de rigor, pero imagínense una mesa para cuatro servida con: sancocho de bagre para Juanfer, mondongo para Luisfer, fríjoles con chicharrón garantizado por escrito para Olayita y pollo frito para el suscrito. Como no había campo para el guandolo, los claros y los tintos hubo que acondicionar una mesa auxiliar en la casa vecina.

De allí salimos con cara de siesta y pasados a Medellín por todas partes. Tres taxistas hicieron su agosto con igual número de caminantes y yo completé la jornada, así fuera rengueando, con las cuatro cuadras que me faltaban para tirarme en mi estadio (mi cama) que por fortuna no está en remodelación.

Eso era todo

Jorge Iván Londoño Maya

Simplemente un deseo

Ojala que el señor Alcalde y sus colaboradores hicieran de vez en cuando una caminadita de estas. 

4 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...
Pues la verdad es que la caminadita por puro asfalto es como cansoncita, eso si, mi ciudad es bella y se merece le demos una vueltecita y poder descubrir y admirar sus cambios, aunque la nostalgia por la arquitectura y las canciones de otras epocas nos sigan inundando al recorrerla.
No les perdono la falta de la fotico en la comelona, ahi si me siento engañada y lo que es peor no invitada, me dejaste chorriando la baba, despues de haberme convertido en toda una Todo Tragona no se me hace justo que ni siquiera mirando la fotico me hubiera dado para chuparme los dedos.
Lobatico, te quedo de 10 la cronica, asi que a cuidarse y recuperarse del malestar que te aqueja en el pie y entonces poder regresar a las caminatas y disfrutar de tu pluma que nos lleva por los aires a recorrer caminos.

Un beso para todos mis adorables
Caminantes Todo Terreno. MUA!

Conejita.
Herodes Nepote dijo...
Muy buena crónica; si se merecen el premio de sus lectores.
Es un recorrido largo hasta en carro; cuando la cosa es a pie, queda uno cansado de sólo pensarlo.
Felicitaciones sinceras.
Anónimo dijo...
Que bien caminantes y que buena crónica sobre Medellín, la cual pasé al Alcalde Salazar. En Medellín la sobras que s ehcen se dejan a la suerte de nada y de nadie, en especial lo quese refiere al arte. Todas esas esculturas hermosas se deterioran y casi nunca se someten a restauración y cuando se hace, se buscan restauradores de mucho nombre, de mucha rosca, costosos y poco efectivos. Hace poco conocí en Sabaneta un artista y restaurador, que es fenomenal en su oficio. Su nombre Herlán Agudelo.
JESUS ALONSO BOLIVAR
Anónimo dijo...
Bueno, dentro de nada nos quedamos sin nieve, aprovecho para invitaros al grupo de facebook de los patines todo terreno skike

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