sábado, 18 de agosto de 2018

Entre religión y fútbol, así es la historia de Belén Fátima


Entre religión y fútbol, así es la historia de Belén Fátima
POR VALENTINA HERRERA CARDONA | PUBLICADO EL 16 DE AGOSTO DE 2018 (Periodista con sueños de historiadora. Apasionada por la Medellín antigua, su memoria visual y sus relatos.)
























Para hablar de la historia de Belén Fátima, occidente de Medellín, hay que llegar a la casa de Astrid Duque Tangarife. Hija de Carmen Tangarife, fundadora del barrio, recuerda a sus 54 años cada una de las historias que su madre le contó sobre cómo la familia llegó a vivir allí.

“Ella trabajaba en Indulana y fue una de las beneficiadas del Instituto de Crédito Territorial, ICT, para una vivienda propia. De esas casas, de fogón de leña, patios y antejardines grandes, quedan muy pocas. Así como la gente que llegó a habitar el barrio hace 60 años”, relata.

Y es que la fuerza industrial, en especial la textil, fue una de las impulsoras de la urbanización de la clase media de la ciudad: barrios como San Joaquín, Campo Valdés, Robledo, Castilla, entre otros nacieron gracias a procesos adelantados ya fuera por el hoy extinto ICT o las cooperativas de cada empresa.

Según reseña el libro Fátima - Nutibara, Dos historias que se unen, de Jorge Mario Escobar Gaviria, un grupo de 35 obreros, con apoyo de la curia, crearon en 1948 la Cooperativa Habitaciones OCSA (Organización Católica Social Arquidiocesana). Adquirieron un predio cerca al nuevo barrio Nutibara y luego de luchar contra procesos burocráticos e intereses de otros por edificar casas para gente de mayores recursos, lograron construir las primeras 120 casas que tras cambios en la fecha de terminación, fueron entregadas a sus dueños en 1955.

“El trasteo, según mi mamá, tocó hacerlo por la calle 30, pues de resto todo eran lagunas y pantano y ni los carros podían entrar”, dice Astrid.

Y con el barrio, llegaría la iglesia, una de las más características de la ciudad por su arquitectura. De acuerdo con la reseña de Escobar, el nombre de la parroquia acontece a dos hechos. El primero, las Hermanas Misioneras, residentes del barrio Nutibara, tenían una imagen de la Virgen de Fátima a la que se le tenía mucha devoción. El segundo: monseñor Juan Manuel González envió desde Fátima, Portugal, un cuadro de la Virgen de Fátima Peregrina para que le erigieran un santuario y allí, en el occidente de Medellín, lo encontró.

Como uno solo
Para hablar de la historia de Belén Fátima, también hay que hablar de la de su vecino, el barrio Nutibara. Este último nació hace 10 años atrás y durante muchos años el sector ha sido llamado Belén-Fátima, así junto. Incluso, la primera escuela se llamó Fanut (uniendo la primera sílaba y la tercera letra de cada nombre).

En esa vecindad surgió uno de los clásicos del fútbol más tradicionales de la ciudad y no es entre Atlético Nacional y Deportivo Independiente Medellín. Cada 6 de enero, desde 1957, en las mangas primero, en las canchas luego, se lleva a cabo el encuentro Fátima-Nutibara, un enfrentamiento que hasta hoy se da en torneos como Pony Fútbol.

La edición de El Colombiano del 15 de agosto de 1994, reseñó ese encuentro como el regalo de los reyes. “... un certamen que, sin lugar a dudas, se convirtió en algo esencial para estos dos barrios. Era como el pan nuestro de cada año porque era el partido que anhelaban sus habitantes. Algo así como el primer paseo de la primaria”, escribía el periodista Julio César Acosta.

Para Astrid, esa sigue siendo una de las tradiciones más importantes del barrio. Pues reúne a quienes se quedan y a quienes se fueron. “Es normal que ya sea a ese partido o a las fiestas de la Virgen, lleguen aquellas personas y amigos con los crecimos pero que viven en otras partes de la ciudad. Es como si fueran las fiestas del barrio”, agrega.

Entre otra de las herencias de Fátima a la ciudad, está el periódico El Taller. Nació como un mural informativo que se hacía cada año y se convirtió en uno de los medios comunitarios más importantes no solo del barrio sino de los sectores aledaños. En él, se manifestaban las necesidades de sus habitantes y se preservó su memoria.

Los nuevos vecinos
A pesar de que el centroccidente de Medellín es una de las zonas más urbanizadas de la ciudad, cada vez hay llegan más vecinos: Metroplús, sistema de transporte masivo que cambió la manera de llegar al barrio y un hospital, son algunos de los nuevos residentes.

Las casas viejas, algunas de las fundadoras, dieron paso a edificios de cinco y hasta de 10 pisos, habitados por familias jóvenes o estudiantes que encontraron allí un lugar ideal para su proyecto de vida.

Camilo Hernández es uno de ellos. Hace siete años llegó al barrio por su cercanía a la Universidad Pontificia Bolivariana, institución en la que hizo su pregrado. “Aunque ya terminé la carrera, decidí quedarme porque es un lugar tranquilo con transporte, comercio y zonas de deporte”, cuenta.

Hernández recoge en su percepción lo que otros afirman también sobre el barrio Belén Fátima: las zonas verdes y la gran cantidad de árboles que aún perduran, a pesar de la urbanización, hacen de este lugar un buen vividero.

Claro, no dejan de llamar la atención de las autoridades para que no bajen la guardia: precisamente tanta tranquilidad hace que sus calles sean muy solas y, en ocasiones, esto es aprovechado para que los delincuentes hagan de las suyas.

EN DEFINITIVA
El barrio Belén Fátima nació de un interés comunitario por formalizar la vivienda de trabajadores de la clase media. Hoy se renueva con la llegada de familias jóvenes.

CONTEXTO DE LA NOTICIA
LA MICROHISTORIA
PERSONAJES DE LAS CALLES DE FÁTIMA

Del barrio han surgido actores que aportaron a la historia de la ciudad. Antonio Roldán Betancur, presidente de Coldeportes Antioquia y gobernador del departamento, es uno de ellos. Su hermana Rosa fue gerente de la Empresa Antioqueña de Energía. Por otra parte, Silvio López, gerente de la Fábrica de Licores de Antioquia, Carlos E. Serna, periodista deportivo y Margarita Rodríguez, concejala entre los años 1995 y 1998, también crecieron en el barrio. Una historia final: en 1956, Tulia Uribe Jaramillo fundó la Casa de Dios, un lugar que para hospedar a personas enfermas que llegaban a Medellín desde los pueblos para algún procedimiento médico. Hoy sigue operando.

Comentarios: 


Orlando Ramírez Casas

07:11 (Hace 1 hora.)
para Ramírez-Casas, Cco:yo
Hola, jóvenes:

Alguna vez oí a una madre decir de sus dos hijos casi 
contemporáneos, que crecieron con apenas un año de diferencia: 
Pelean mucho, pero son inseparables”.

Dice el blog de Nataliafa que:

Pensar en contar la historia de Fátima, sin contar con Nutibara; 
o la de Nutibara, sin contar con Fátima; es imposible porque son 
el mismo barrio, el mismo sentir, la misma amistad. Es cierto que
 tienen dos Juntas de Acción Comunal, pero eso es accidental”.


Al leer el artículo de Natalia en su blog me encuentro con que 
la periodista Valentina Herrera Castro se inspiró en él y tomó 
algunos datos leídos en él para escribir su artículo “Entre religión 
y fútbol, así es la historia de Belén Fátima” publicado el 16 de agosto 
de 2018 en el periódico El Colombiano de Medellín.


Valentina lo hizo sin darle crédito al blog de Natalia, y es ese 
un pecado cometido por algunos neoperiodistas que saltan a la 
palestra como si estuvieran descubriendo el agua tibia.

Pero, por su parte, Natalia cometió exactamente el mismo pecado 
y a Valentina podría aplicársele el dicho de que “ladrón que roba a
 ladrón, tiene cien años de perdón”. La investigación original de esos
 datos, a la que ninguna de las dos periodistas da crédito, la hizo 
el director del periódico El Taller de Belén, Jorge Mario Escobar 
Gaviria, que es el que ha gastado suela y se ha quemado las 
pestañas armando la historia de su barrio. En un comentario al
 blog de Nataliafa él escribió:

“Natalia, me siento bastante extrañado porque usted publica 
este texto como si fuera suyo, cuando el texto es mío. Yo soy el 
escritor de este texto que salió publicado en un libro. Esto no me 
parce correcto. Yo estoy de acuerdo con que uno escribe para 
todos, pero si usted lo pone en su blog, por favor dele crédito al
 autor que soy yo” (JORGE MARIO ESCOBAR) P.D. Para escribir 
esto yo tuve que hacer mucha investigación, como para que usted 
se apropie de ello”.

Más abajo aparece un comentario del médico Emilio Alberto 
Restrepo Baena que nos direcciona hacia una buena fuente de
 información para no pecar de crédulos o ingenuos en estas cosas:

“A los que quieran explorar las historias del Barrio Belén, los 
invito a visitar mi blog”:


En todo caso, la lectura de estos dos artículos daría pie para 
escribir in extenso sobre los barrios Fátima y Nutibara, enmarcados
 entre los barrios de Tenche al pie del Cerro Nutibara (el más
 pequeño de Medellín) por el sur, y Arrabal antes de llegar a 
la calle San Juan, por el norte. Habría que hablar también del 
barrio Conquistadores y de otros barrios que surgieron en un 
sector que eran mangas alejadas y pantanosas antes de que las 
absorbiera el urbanismo.

Sólo a un dato mal copiado por Valentina me referiré, y es a la 
que ella llama “Casa de Dios”, fundada por doña Tulia Uribe Jaramillo.

Su nombre real es “Casa del Buen Dios”, y quedaba en la carrera 
65 nro. 32 A 07 del barrio Belén Fátima, antes de ser trasladada 
a la carrera 50 nro. 63-136 del barrio Prado Centro. Es un hogar 
de paso destinado a albergar a enfermos pobres venidos de los
 pueblos en busca de atención médica en Medellín, mientras les 
llega el momento de la programada cirugía; y a operados dados 
de alta quirúrgica en periodo de convalecencia, mientras se reponen
 para regresar a sus lugares de origen. También daba albergue, 
cuando se requería, a los acompañantes venidos de los pueblos
 que tenían que permanecer en la ciudad a la espera de la 
recuperación de sus parientes. No sé si aún lo hagan. Es una obra
 meritoria.



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