lunes, 27 de junio de 2011

CRONICAS DE BELEN: JOHN SALDARRIAGA LONDOÑO

EN BELÉN, CRISTO PADECERÁ DE NUEVO
John Saldarriaga

Oíd, sabios Doctores, lo que Jesús de Nazaret, dice de los Doctores de la Ley...
En el fondo del amplio salón parroquial, Enrique Isaza recita de memoria su libreto. Es Pregonero, un fariseo que ha tenido por misión acumular toda la información posible sobre Jesús, ese falso profeta de Gali1ea, el hijo de un humilde artesano y que se autoproclama Rey - Hasta cuándo vamos a permitirlo..., y la ha cumplido para que ellos, los Doctores de la Ley, tengan más argumentos a la hora de tomar su decisión frente a ese hombre que revolucionaba el ambiente y se convertía en un peligro para los intereses del imperio romano en ese entonces. Pero no se conforma con darles la información, sino que los insta a tomar la drástica decisión, interviene, acusa, acosa.
Sostiene el rollo de unos anchos pergaminos en su mano izquierda. Su mirada directa y firme, el tono de su voz solemne y su discurso grandilocuente, intimidan la columna cuadrada de cemento que sostiene el segundo nivel del lugar, el mismo en donde funcionó una emisora de radio. Y hace temblar la soledad que tiene enfrente. A unos pasos de él, hombres y mujeres se visten en túnicas y parecen meterse en el tiempo pretérito. Otros caminan de aquí para allá llevando espadas, lanzas, corazas, turbantes. Y sujetándoselas en sus cuerpos.
Enrique o el Pregonero, espera que los Doctores de la Ley y los soldados y Jesucristo y los apóstoles Pedro, Juan y Santiago y la Virgen María y la Magdalena terminen de llegar y de vestirse para comenzar de una vez por todas. Pero hasta su rincón llegan dos noticias. La primera, no tan grave: que no todos trajeron el vestuario y otros, no lo trajeron completo. La segunda, un tanto anómala: que Jesucristo no vendrá esta noche al ensayo porque en la fábrica lo dejaron trabajando horas extras. Entonces de Él hará, por hoy, quien habitualmente hace de Poncio Pilatos, Orlando Mesa.
¡Raza de víboras!...
No hay problema, piensa, Orlando fue por mucho tiempo Jesucristo, como nueve años, hasta hace tres que comenzó a hacer de Procurador romano de Judea, de modo que se sabe los diálogos.
Judas Iscariote desdobla su túnica sobre la mesa, junto a Naún. Se quita la camisa de todo el día y muestra su humanidad quemada por el sol, abultada por una alimentación alta en grasas y harinas. El Jesucristo de esta noche se acerca. Camina de aquí para allá, de allá para acá revisando todo; es un líder y anima a su grupo para que empiecen el ensayo de una vez por todas.
¿Quién de vosotros puede agregar a su estatura un codo? ¿Quién de vosotros puede hacer que se vea blanco uno de sus cabellos que no tenga dicho color?
Y como hoy se trata de un ensayo para la puesta en escena de Semana Santa, los Doctores de la Ley no se sientan en butacos de madera como hace mil novecientos setenta años, o como lo hacen en los días santos ante esa multitud enardecida de Belén Rincón, entre la que sudan y sufren como ocurrió en aquel tiempo, sino en sillas plásticas de esqueletos metálicos. Y Caifás tiene pantalón por debajo de la túnica. Es como si el pasado y el presente, las culturas judía y colombiana se debatieran o se abrazaran en un sólo hombre.
El único que se ha vestido completamente es Conrado Mesa, el soldado "malo". Su armadura, su lanza, elaboradas por ellos mismos durante los días previos a la puesta en escena, así como sus sandalias y su túnica, hacen ver a las claras que se trata de Malco, el guardián del Sanedrín que debió tomar preso al galileo. Leed bien las Escrituras: en ellas dice que de Galilea jamás saldrá algo bueno.
“Nunca he dejado de ser Malco; no puedo ser otra cosa", dice Conrado." "Y, además, ya me he ganado demasiados sombrillazos de la gente de Belén Rincón y tantos madrazos por tratar de esta manera a Jesús, como para cambiar de personaje".
¡Necio! El que hizo lo que está afuera, ¿no hizo también lo que está adentro?
Conrado es cofundador de este grupo teatral. Desde la cumbre de sus setenta y cuatro años recuerda que Belén Rincón era, en 1962, un pequeño caserío en el que se albergaban unas mil o mil doscientas personas. Y él, junto a Hernando Agudelo y Ramiro Porras, y bajo la orientación del padre Arturo Ramírez —un entusiasta hombre de iglesia que acompañó el desarrollo del barrio con notas de concertina, ese acordeón de forma hexagonal—, tuvieron la idea de representar la Semana Santa en vivo, pues, no tenían plata para comprar los pasos con santos de pasta, como se acostumbra en los templos. Para colmo de su buena suerte, en Amagá habían abandonado la propuesta de seguir representando la Pasión y Muerte de Jesucristo de esa manera teatral y los rinconeños decidieron ir hasta allá para hacerse a los libretos, que complementaron con base en la Biblia y el libro El mártir del Gólgota. “Por allá en los comienzos, nos vestíamos con camisas y pantalones anchos y pintados, solamente. Esto de usar vestuario y utilería adecuados, vinieron después para darle mayor realismo. ¡Pero es que las cosas tienen principio!"
Es el padre de Pilatos; o, mejor, de Orlando Mesa, quien representa a ese francés que ofició del Procurador Romano. Pero, ¿Para qué diferenciarlos? ¿Por qué no decir que Conrado o Malco es el padre de Poncio, si el actor se mete en su personaje y lo encarna y es él durante un tiempo? ¿Si vive su vida prestada, o al menos, un episodio de ella? ¿Si el actor es un ser y muchos seres? No nos enredemos en este asunto. Por cierto, Orlando dice que siendo Poncio no sufre tanto como cuando era el Mesías, por obvias razones. Su padre, Malco, lo fueteaba de veras, aunque él le dijera en voz baja, "¡Papá, me estás dando muy duro!" y el viejo y fuerte guardián debiera contestarle: "¡No es a usted, mijo, es a Jesús!" Y mientras el guardia de los Doctores recibía el sombrillazo de las señoras conmovidas por semejante trato a Nuestro Señor, éste veía cómo a su paso las mismas damas le tocaban la túnica y el sudor y se persignaban, devotas, y sentía que la Corona de Espinas le hacía sangrar la frente y hasta le dejaba una cicatriz de verdad.
Y hasta la sangre de Zacarías os hace indignos de entrar adonde está el Padre...
"¡Empezamos!, grita Orlando Mesa, ya vestido con su túnica inconsútil. El Pregonero comienza su representación ante los Doctores de la Ley. Estos escuchan y reaccionan furiosos. Oíd, sabios Doctores, lo que Jesús de Nazaret, dice de los Doctores de la Ley... ¡Raza de víboras!...
¿Hasta cuando vamos a permitirlo?
Él dice que construirá el templo de Jerusalén en tres días...
Judas entra en escena con esa consabida intensión de vender al Hijo de Dios. Malco talla su humanidad con la espada. Pero es un negocio rápido que conoce todo el mundo. Te extrañas de que venda a un amigo. No soy el primero ni seré el último... Yo soy su enemigo...
Caifás arroja las monedas a los pies del traidor. Él no opondrá resistencia. Entregará sus manos para que las atéis...
Hace algunos años, la compañía teatral llegaba hasta el episodio de la muerte de Judas, el desprejuiciado, el pragmático: La horca. Pero la Iglesia ha prohibido esta escena, así como la crucifixión, por su carga de violencia. Es a mí al que buscas... Yo soy el que soy... Y tú, ¿con un beso entregas al hijo de Dios?
Una Virgen de senos voluptuosos llora desconsolada ante su hijo amado, hecho preso. Ante las rejas de ese falso profeta de Galilea, el hijo de un humilde artesano y que se auto proclama Rey —Hasta cuándo vamos a permitirlo... ¡Crucifícalo!, ¡Crucifícalo! ¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?

Colofón

Conrado Mesa es también Machuca. Un payaso que ha hecho reír a Belén Rincón durante mucho tiempo. Durante un tiempo, formó pareja con Aníbal Calle, quien hace de Judas Iscariote. Este era Raspadura. En otro tiempo, con Patachín. "Pero esos personajes están colgados desde hace tiempos".
Porque el veterano hombre de tablas recibió formación actoral en Eduvisión, de Inravisión. Sus maestros fueron Delio González e Iván Betancur Tolosa.
Cuenta que entre 1993 y 1998 no representaron las escenas santas para Belén Rincón, porque el sacerdote que hubo entonces no gustaba de ello. Pero no se quedaban quietos. Los llamaban de Las Violetas y otros lugares de la ciudad y hasta de Popayán, donde sí saben qué es Semana Santa.
El grupo no reduce su arte a las escenas bíblicas —que dan cuenta de todos los pasos de la Semana Santa: de Domingo de Ramos a Sábado Santo, incluido el miércoles— sino que los ha impulsado a montar, entre otras obras, El médico a palos, de Moliere.
Orlando, por su parte, se gana la vida haciendo decoraciones en altorrelieves de yeso. Hace unos días hizo aplicaciones en el Santuario de las Lajas, en Ipiales. Pero el trabajo está malo en estos días. Lo otro que sabe hacer es conversar, "pero por eso no le pagan a uno".
Enrique Isaza enseña el teatro en un colegio del sector. También con El Tinglado y con actores de la Universidad de Antioquia.

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